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Argentina, un país proteccionista

La OMC confirmó que el país deberá desarmar las restricciones

26 enero de 2015

(Columna de Matías Carugati, economista jefe de Management & Fit)

El 2014 cerró con el resultado comercial más bajo desde la salida de la convertibilidad. De acuerdo a cifras oficiales, la balanza comercial sumó poco menos de US$ 6.700 millones el año pasado. Las exportaciones (-12% anual) se vieron afectadas por el descenso de los precios internacionales, una débil demanda externa y la pérdida de competitividad. Las importaciones se redujeron en menor proporción, lo que explica la caída del superávit. La dinámica de las compras externas se fundamenta en la recesión y las restricciones comerciales.

Respecto a este último punto, la Organización Mundial de Comercio (OMC) ha condenado las prácticas proteccionistas de Argentina. El organismo confirmó que el país deberá desarmar las restricciones que afectan las importaciones, tras perder un juicio iniciado por Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. De todas maneras, el Gobierno aclaró que las DJAI son un instrumento clave en la administración del comercio exterior. Es posible, entonces, que se intente demorar la adecuación, para que la decisión y sus costos recaigan sobre la próxima gestión. Cabe remarcar que el fallo de la OMC se dio en una de las 22 causas abiertas contra el país. Argentina es el Estado que más litigios acumula de toda América Latina (Brasil enfrenta 15 denuncias y México 14), aunque está lejos de las 80 demandas contra la Unión Europea y las 123 contra Estados Unidos.

Argentina es uno de los países más proteccionistas del mundo. Según datos de Global Trade Alert, el país mantiene 278 medidas comerciales discriminatorias, más que cualquier país de América Latina. No casualmente, el 75% de estas barreras fueron impuestas a partir del 2011, año en el cual comenzó a sentirse la presión sobre las cuentas externas. La mencionada entidad es una organización independiente patrocinada, entre otros, por el Banco Mundial. Si bien la información puede presentar falencias (la cobertura geográfica no es completa y los registros se concentran sobre medidas aplicadas en los últimos años), sirve como aproximación al grado de proteccionismo de una economía. Los datos reflejan algo contundente: Argentina no sólo es el país que más restricciones comerciales impone a nivel regional, sino que figura tercero en el ranking global, detrás de India (355 medidas) y Rusia (346). El impacto económico de las barreras es bastante amplio. A nivel geográfico, las trabas implementadas por Argentina afectan a 156 países, prácticamente la totalidad de nuestros socios comerciales. Los más golpeados son China (162 medidas), Brasil (85) y Estados Unidos (77). Por otra parte, estas restricciones repercuten sobre 75 sectores, de un total de 79 relevados. Los rubros más protegidos están relacionados con productos textiles, químicos, caucho y máquinas y equipos. Estos sectores representan casi 2/3 de las importaciones y también exhiben una balanza comercial deficitaria (superior a los US$ 20.000 millones en 2013), lo que explica la necesidad de evitar el drenaje de divisas vía restricciones.

El fallo de la OMC expone la estrategia del Gobierno para enfrentar la escasez de divisas. Con las exportaciones determinadas de manera exógena, las barreras comerciales son utilizadas para evitar que la demanda de divisas agote las reservas internacionales. La administración del comercio es clave para moderar las tensiones, aunque ello implica elegir entre crecimiento y estabilidad. En 2013 se priorizó el nivel de actividad (+3% de crecimiento), a costa de una fuerte caída de reservas (US$ 12.691 millones). En tanto, el año pasado el foco estuvo puesto sobre la estabilidad (las reservas aumentaron US$ 843 millones), pero la economía cayó en recesión (-2%). Con las elecciones en el horizonte, es probable que se intente empujar nuevamente el nivel de actividad, aunque las reservas no soportarían una caída fuerte sin generar complicaciones cambiarias. Abrir la cuenta capital resulta un “mal necesario” para un Gobierno que no ve (¿o no veía?) con buenos ojos el endeudamiento.

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