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¿Ataque ochentoso?

Caída del crudo, suba de tasas y fin de fiesta emergente

19 diciembre de 2014

(Columna de Ramiro Albrieu, economista, investigador del CEDES y docente de FCE-UBA)

Corría el mes de agosto de 1982. La reunión anual de primavera del FMI, en Ontario, Canadá, estaba por comenzar. Jesus Silva Herzog, ministro de Economía y Finanzas de México, venía discutiendo con el organismo en público y en privado líneas de asistencia financiera para enfrentar la caída en el precio del petróleo y la suba en el costo del dinero. Quizás motivado por la lectura del horóscopo de la semana (el Washington Post decía sobre la suerte de los nacidos bajo el signo de Silva Herzog: “Tu potencial en las finanzas puede explotarse completamente hoy”), el ministro decidió patear el tablero y anunció que iba a posponer los pagos de la semana siguiente.

Lo que siguió es historia conocida: Brasil, Venezuela y otros siguieron su camino, y comenzó lo que en la literatura internacional se conoce como “crisis de los países menos desarrollados”.

Mirando las perspectivas de la economía internacional para el año próximo, es tentador preguntar: ¿Estamos cerca de repetir esta historia, con distintos personajes pero la misma trama? El contexto externo habilita al déjà vu: el dólar se apreció marcadamente, hay expectativa de suba de tasas (en este caso por las buenas perspectivas económicas de Estados Unidos) y, como siempre que pasan estas cosas, caen los precios de las commodities (al menos en dólares).

¿Cuáles son los candidatos a emular a México '82 en la actualidad? El primer candidato es Rusia. El Gobierno de Putin se encuentra en el centro de la tormenta: la caída del petróleo afecta al 70% de sus exportaciones, de manera que el mercado de divisas suma una nueva fuente de tensión a las ya existentes del lado de la cuenta de capital (por las sanciones relacionadas a la anexión de Crimea). Las cuentas fiscales, que se financian en 50% con recursos petroleros, estaban presupuestadas a un precio del crudo Brent de US$ 95, y hoy está por debajo de US$ 60. Los mercados reaccionaron frente a este panorama, y tuvimos el “martes negro” la semana pasada, con el rublo depreciándose a la par del petróleo. ¿Cuán dramática es la situación allí? Si miramos el nivel de reservas, parece que el Gobierno tiene con qué enfrentar una corrida. Si, en cambio, miramos la hoja de balance del sector privado, ahí sí hay riesgo de que se disparen defaults que complejicen el panorama a lo largo del año próximo.

El segundo candidato es Venezuela. Quizás a un nivel más pronunciado que en Rusia, el Gobierno de Nicolás Maduro debe pagar la cuenta de varios años de masivas salida de capitales en el frente externo y una sobreexpansión del gasto público, todo lo cual configuraba un mercado de cambios muy frágil inclusive antes del crash de los precios de exportación. Es difícil saber aún qué ocurrirá el año próximo en el plano político con los ajustes que deberá sufrir la economía latinoamericana, pero seguramente algo de volatilidad aparecerá por ese frente.

Tienta poner en tercer lugar a Ecuador, que exporta combustibles y está dolarizado. Pero quizás más probable es que haya un pelotón de terceros candidatos y sean los exportadores de commodities que se encuentran integrados financieramente. Resalta allí el caso de Brasil. La nueva conducción económica empezó a ajustar las clavijas, devaluando la moneda y anunciando un ajuste en las cuentas fiscales, pero aún es temprano para evaluar si todo ello bajará la dependencia al financiamiento externo, en tanto el déficit de cuenta corriente llega a casi 4% del PIB.

Mark Twain escribió alguna vez: “La historia no se repite, pero a veces rima”. Durante los últimos años, las fuerzas recesivas se fueron desplazando, primero de Estados Unidos a Europa y Japón, y ahora de allí hasta el mundo emergente. Una mirada al mundo emergente muestra que esta fuerza recesiva no tendría por qué transformarse en otra “crisis de los países menos desarrollados”, aunque no hay que descartar que el acomodamiento al nuevo contexto represente riesgos para la economía global. Esperemos que la rima sea muy leve en esta ocasión.

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