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En un laberinto

Sin salidas mágicas

17 octubre de 2014

(Columna de Juan Pablo Ronderos, economista gerente de Desarrollo de Negocios de abeceb.com)

Las últimas semanas han sido realmente movidas. Semana a semana tenemos novedades, rumores y trascendidos que obligan a las empresas a dedicar parte de su tiempo a entender y/o decodificar lo que está sucediendo. Con todo lo que eso implica en materia de costos económicos y eficiencia, y de expectativas de cara al futuro.

Pero, en realidad, este año ha transcurrido prácticamente en piloto automático en materia de política económica. Día a día tenemos la sensación de que pasa de todo, pero en realidad lo fundamental no cambia: el financiamiento monetario del déficit fiscal. El resultado de este camino elegido es que ?si todo sigue igual? empezaremos 2015 peor que 2014, lo que no es poco decir. Lo último, e incluso se puede decir lo único, que se hizo en materia de política económica este año fue el movimiento del BCRA en enero. Una movida acertada para el momento que, junto con la esperanza de un ingreso de dólares hacia la segunda mitad del año, permitió anclar expectativas que hacia comienzo de 2014 amenazaban con descontrolarse. Es decir, la entidad monetaria logró comprar tiempo en un momento en el que justamente no sobraba.

El problema es que nadie quiso o supo aprovechar ese tiempo. Nada se hizo para corregir los desequilibrios evidentes de la economía. Durante todo ese período las autoridades solamente se dedicaron a cerrar temas externos que permitieran volver a los mercados financieros internacionales. El Gobierno intentaba de este modo “salir por arriba” de este laberinto al que se metió sólo. Pero la estrategia fracasó y, como casi siempre, no había un plan B.

Así, desde ese momento hasta hoy estamos prácticamente paralizados en materia de política económica, con cada vez menos tiempo y menos herramientas. A lo que se suma un escenario externo que se complica tanto día a día que, incluso si estuviésemos en una economía estable, hubiera demandado una respuesta. Es decir, perdidos en el laberinto, y sin la menor idea de dónde está la salida.

De cara a 2015, la clave ya no es solamente resolver la falta de dólares, sino también por el exceso de pesos. Hoy la dominancia fiscal es tan importante como la restricción externa, y el problema es que se potencian una a otra. Hay que conseguir acceder a los mercados financieros internacionales, pero también es urgente cortar con el circuito que concluye en una emisión cada vez más acelerada. Fundamentalmente, sobre los subsidios al sector privado, especialmente sobre las tarifas de los servicios públicos.

Es que ya no hay muchos mecanismos a mano como para seguir comprando tiempo. La política de esterilización agresiva del BCRA no puede sostenerse por siempre. La “bomba” monetaria es cada vez más difícil de desactivar si no se actúa sobre el frente fiscal. Las expectativas están desancladas, e incluso una devaluación sin un plan integral que incluya a las tarifas de los servicios públicos puede ser el detonador de una situación difícil.

Por el momento, como lo ha sido a lo largo del año, cada respuesta de las autoridades tuvo una lógica política que, lejos de encauzar los problemas, aumenta la incertidumbre. En este marco, no parece probable que el Gobierno lleve adelante ninguna de las medidas que habría que implementar. Pero este piloto automático tiene fecha de vencimiento: el primer trimestre de 2015. Con el riesgo de que incluso esta fecha se anticipe.

En función de lo que hagan o dejen de hacer las autoridades respecto de la restricción externa y de las tarifas de los servicios públicos en las primeras semanas del año que viene, se abren diferentes escenarios para la economía argentina. Y habrá que estar muy atentos en los meses que quedan de este año para dar mayor o menor probabilidad de ocurrencia a cada uno de ellos.

El Gobierno, en definitiva, no ha dedicado ningún esfuerzo a lo largo del año a resolver la dominancia fiscal, y su única estrategia para enfrentar la restricción externa no tuvo éxito. Y esta pasividad no es gratis. Se está pagando con más recesión y más problemas de empleo, con la dificultad adicional de que, de acuerdo a la experiencia, cuando la recesión se prolonga pasa a alimentarse a sí misma. Para evitar que la economía se asiente en este mal equilibrio, las autoridades deberían dar señales claras de política económica para coordinar las expectativas en un escenario algo más optimista. Pero, por el momento, el Gobierno parece seguir en el laberinto en el que se ha metido y del cual hasta ahora no ha sabido salir. La cuestión es que hoy ese laberinto tiene cada vez menos escapes, y ya no hay más opciones para salir por arriba.

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