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Esperando la moderación fiscal

El gasto, sin señales de ajuste

16 septiembre de 2014

Nos encontramos con una economía totalmente estancada y con alta inflación. Ninguna salida será sencilla y algún costo siempre habrá que pagar. Muchos pensamos que el país tiene la oportunidad de salir del escenario actual sin grandes costos en términos de actividad y empleo.

Sin embargo, el camino elegido por las autoridades en materia económica parece ser el mismo que nos trajo al estancamiento: fomentar ciegamente la demanda agregada. La política económica de los últimos años, diría a partir del 2009, se apoyó en la convicción de que el crecimiento y el desarrollo se logran mediante la expansión de la demanda y el mercado interno en cualquier circunstancia y contexto.

Esta visión pasa por alto que en lugar de fomentar el crecimiento puede generar presión sobre los precios y atraso cambiario si la productividad y el crecimiento de la oferta (inversión) no acompañan. Creo que los resultados están a la vista.

En una primera instancia, principalmente entre 2010 y 2012, la economía creció gracias a la expansión de la demanda apoyada en el aumento del salario real y fundamentalmente el crecimiento del salario en dólares. Sin embargo, cuando comenzaron a escasear las divisas para sostener estas políticas, se eligió seguir aumentando el gasto público. Hay un pequeño detalle, el gasto hay que financiarlo. Cuando a un país no le alcanzan los ingresos y no quiere o puede pedir prestado, dispone de otra opción, emitir dinero. Para salir del estancamiento actual el Gobierno eligió este camino, aumentar el gasto público y financiarlo con emisión monetaria.

En el primer semestre del 2014 el gasto público aumentó nada menos que 48% en comparación con el mismo período del año anterior. El fuerte componente de este incremento fueron las transferencias al sector privado, los famosos subsidios, que crecieron 70% interanual y alcanzaron nada menos que los $107.150 millones, 20% de los gastos totales. Solamente para tener una dimensión, el gasto en seguridad social, mayormente jubilaciones y pensiones, creció 32%, ubicándose en $166.784 millones. De continuar esta dinámica, no deberíamos sorprendernos si en el corto plazo el gasto en subsidiar a la clase media supera el gasto en jubilaciones, algo bastante inédito en cualquier país del mundo.

El financiamiento

Como mencionamos, para financiar los gastos ya no alcanzan los ingresos genuinos. En el primer semestre éstos se ubicaron en $419.658 millones, dejando un déficit fiscal (incluyendo el pago de intereses) de casi $90.000 millones.

En los últimos años el Gobierno financia una parte importante de la brecha fiscal con las rentas a la propiedad. Estas corresponden el polémico resultado financiero del Banco Central y las ganancias de la Anses. En el primer caso, para generar resultados positivos el Banco Central computa papeles que le dio el Gobierno (letras intransferibles) como bonos en dólares, con lo cual ante una suba del tipo de cambio los resultados se incrementan, más allá de que sean bonos que la autoridad monetaria no puede vender y si lo hiciera difícilmente consiga una paridad del 100%. En el segundo caso, nos estamos gastando hoy los ahorros para las jubilaciones futuras. Las rentas a la propiedad crecieron 177% interanualmente y superaron los $50.000 millones en el primer semestre. Con los datos hasta agosto, la emisión del Banco Central para financiar al Gobierno (por transferencia de utilidades y adelantos transitorios) superó los $65.700 millones, 150% por encima del mismo período de 2013.

De no moderarse el gasto, la emisión durante la última parte del año será enorme, poniendo más presión sobre los precios. El BCRA podría esterilizar parte de la emisión, generando más presión sobre las tasas de interés y desfinanciando al sector privado para financiar al sector público.

Las mismas políticas económicas tienen resultados dispares según los contextos y circunstancias. Más gasto financiado con emisión fue una política adecuada en la Argentina posterior al colapso de la convertibilidad y creo que sería bienvenida en determinadas economías de la periferia europea actual. Pero en un contexto de bajo desempleo, inversión estancada, gran incertidumbre cambiaria y alta inflación los resultados de esta estrategia están a la vista.

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