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Día de la Industria

Nada para festejar

05 septiembre de 2014

(Columna del economista Matías Carugati, economista jefe de Management & Fit)

El martes pasado fue el Día de la Industria, aunque a nivel local no hubo razones para celebrar. En efecto, la producción fabril viene atravesando más de un año entero en recesión, según datos oficiales. Hasta julio, la baja era de 2,8% anual, mientras que la utilización de la capacidad instalada estaba por debajo del promedio de los últimos cuatro años (70% vs 76%). Estimaciones alternativas muestran una dinámica similar, pero con una recesión industrial más profunda.

La crisis del sector automotriz es clave en este declive. Si bien su participación en el total es del 11%, los eslabonamientos con otros bloques aumentan su gravedad. Datos recientes indican que la producción automotriz cayó 35% anual en agosto, cerrando estos ocho meses con la menor producción del último lustro. El sector se vio afectado por el bajón de demanda, tanto externa (Brasil, donde se envían casi 5 de cada 10 autos fabricados) como interna (producto de la devaluación, el impuesto a los autos de alta gama, el encarecimiento del crédito y la recesión). Los demás bloques no muestran un desempeño tan pobre, aunque existen disparidades. En efecto, excluyendo al sector automotriz, la producción industrial acumula una suba de 1% anual.

En perspectiva, la industria viene con dificultades hace tiempo. La producción no tuvo una evolución positiva tras el pico histórico de 2011, lo cual no se debe exclusivamente al deterioro del bloque automotriz sino a problemas generalizados. Tres cuestiones explican esta declinación.

1. La primera es la pérdida de competitividad. El tipo de cambio real multilateral, medida de competitividad cambiaria, viene apreciándose desde hace siete años. La devaluación de enero permitió recuperar parte del “colchón”, pero éste siguió desgas - tándose por la inflación. Desde otro punto de vista, los costos de producción industriales se han incrementado desde la salida de la convertibilidad. Concretamente, el costo laboral unitario (en dólares y ajustado por productividad) era, a finales de 2013, 30% mayor al registrado en 2001.

2. La segunda cuestión, más reciente, involucra a las barreras comerciales y al cepo cambiario. Las restricciones a las importaciones repercuten negativamente, ya que la industria depende de insumos extranjeros para producir. En cuanto al cepo, las dificultades para acceder a divisas han tensionado la relación entre firmas y proveedores externos, al punto que varias empresas han tenido que comprar dólares por fuera del mercado oficial para poder hacerse de insumos, incrementando los costos de producción.

3. La tercera cuestión, estrictamente coyuntural, se refiere a la menor demanda. Las exportaciones industriales vienen cayendo a un ritmo de 13% anual, y ello no ocurre únicamente con las despachadas a Brasil (-14%), sino también con las enviadas al resto del mundo (-13%). Por otro lado, la demanda interna se resintió producto de la recesión. El consumo de las familias viene en picada debido a la destrucción de puestos de trabajo, la caída real del salario (5% anual en el acumulado eneroagosto), el encarecimiento del crédito y expectativas pesimistas.

Lamentablemente, ninguno de estos factores mejorará a corto plazo. Sin atacar la inflación, la competitividad continuará reduciéndose aún con un salto del dólar oficial. Las dificultades no son menores en lo que atañe a importaciones y el acceso a divisas, ya que tanto las reservas como el superávit comercial están en baja. La reducción en la posición de divisas de los bancos puede oxigenar el mercado cambiario temporariamente, pero es apenas un vaso de agua para una demanda sedienta de dólares. Por último, la política económica no posee hoy herramientas efectivas para impulsar el nivel de actividad sin desajustar otros frentes, con lo cual la demanda interna seguirá entre estancada y deprimida. Sumado a la entrada de Brasil en recesión, el panorama industrial no es muy alentador.

Se entiende, entonces, que el Día de la Industria haya pasado sin gloria, pero con mucha pena.

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