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¿Crisis o declive progresivo (sin crisis)?

Camino al 2015

19 septiembre de 2014

Los desequilibrios económicos pueden durar mucho más de lo que los economistas piensan sin generar una crisis. Pero, una vez que ésta llega, la velocidad de los eventos es mucho más rápida de lo que se esperaría y la situación se descontrla.

La Argentina actual tiene grandes desequilibrios y casi no hay expectativas de revertirlos en el corto plazo, léase, antes de 2015. La expectativa, en cambio, es si este cuadro desembocará en una crisis o si persistirá el deterioro progresivo, pero controlado, de la salud macroeconómica. Por supuesto, la definición exacta de “crisis” está en disputa y hoy no faltan quienes sostienen que la Argentina ya está en una, incluso hace décadas. Pese a ello, la economía no está ni en un proceso recesivo mayúsculo, ni destruyendo empleo de modo generalizado ni con variables descontroladas, como en la hiper de fines de los '80. Sí, hay recesión, inflación elevada (y en aumento), destrucción de empleo, brecha, déficit abultado (y la lista puede seguir), pero la economía aún no está en crisis, según el consenso mayoritario.

Entonces, volvamos a la pregunta, ¿crisis o declive progresivo sin crisis? Volviendo a la idea que abre el texto, es imposible decirlo hoy. Se puede predecir un deterioro ulterior de “la macro”, pero no la llegada de ese punto crítico (o una serie de eventos) en que la situación pasa de ser mala, o muy mala, a crítica.

Las posibilidades de esa llegada son, centralmente, dos. La primera, una profundización de la recesión, que genera una suba del desempleo y una contracción ulterior del consumo. La segunda, ya es un clásico: una nueva devaluación, que desembocaría, como en enero, en una nueva suba de la inflación que contraiga el salario real y obligue al BCRA a subir las tasas de interés para evitar una corrida que vacíe las arcas de Reconquista 266.

Con respecto a lo primero: la economía está cayendo en todo el país y en casi todos los sectores de la economía. Asimismo, no todos los sectores están sufriendo de la misma manera. Por ejemplo, según la UIA, si se excluyera a la industria automotriz, la industria habría crecido 3,4% en julio, en cambio de caer 2,5%. La caída del PIB, de punta a punta, rondará el 2%. Grave, pero no crítico.

En 2015, la clave es tomar deuda en los mercados pues el superávit comercial no aguanta (menos con la soja debajo de US$ 400) y los dólares financieros no van a llegar en la cuantía necesaria para financiar el nivel de actividad, siquiera en estos niveles. Sin dólares frescos en 2015, el nivel de actividad se verá resentido y la destrucción de empleo podría aumentar, generando mayor conflictividad social. Un activismo estatal (por ejemplo, vía Repro) o una expectativa empresario de un cambio de Gobierno en diciembre de 2015 podrían atenuar esa tendencia, pero no revertirla. Para quienes no tienen sus ingresos atados al mercado laboral, pero sí al Estado, la clave pasa por el nivel de aumentos de la denominada "paritaria social". Sin un incremento similar a la inflación, también es posible un alza de la conflictividad.

Con respecto a la devaluación, todo indica que está más cerca que haces unas semanas. “La renovada sequía en la oferta de divisas estaba gestando un escenario similar al de comienzos de año y que una nueva devaluación sensible volvía a emerger como el desenlace más probable para el cierre de este 2014”, sostiene Federico Muñoz, y agrega: “Consideramos muy probable que antes de fin de año el BCRA vuelva a verse forzado a convalidar un salto del tipo de cambio. Y así como creemos inevitable una nueva devaluación, también debemos advertir que es probable que ese ajuste ocasione turbulencias financieras aún más severas que las del último verano. Hay claros indicios de que flaquea la demanda de dinero, por lo que a nadie debería extrañar si las variables nominales responden con más virulencia y menos rezagos al ajuste del tipo de cambio”.

Un nuevo salto inflacionario, sin mejoras por otro lado y sin el famoso plan integral, sólo implicará una ganancia cambiaria de corto plazo, pero al precio de una mayor inflación y, por ende, de un nuevo golpe a los bolsillos. La suba del blue a $15 es un indicio claro en ese sentido. La renovación de las protestas ciudadanas, también.

Los incentivos políticos para evitar una crisis en 2015 son múltiples, pese a las acusaciones, algo absurdas, de que el Gobierno estaría buscando dejar “tierra arrasada”. Hay, sobre todo, dos. Primero, para potenciar las posibilidades del candidato del FpV. Por supuesto, si CFK se mantuviera prescindente y optara por evitar tomar partido, sí sería más “lógico” dejarle al que llegue una herencia pesada y el kirchnerismo vuelva en 2019. Similar a lo de Bachelet en Chile. El segundo incentivo es dejar una buena imagen para volver más adelante o tener capacidad de aglutinar a un sector del peronismo y a 20-25% de la población. Los gobiernos son recordados, en buena medida, por cómo dejan al país cuando ellos se van. Hay economistas, como Miguel Bein, que incluso creen que el cuadro económico puede revertirse sensiblemente (para mejor) si hay un arreglo con los holdouts cuando caiga la RUFO. No falta mucho: 100 días.

Por eso, desde el punto de vista político, lo lógico es evitar una crisis y no dejar una herencia imposible de manejar (aunque se priorizará lo primero). La duda es si la política política económica logrará preservar los márgenes de acción para evitar una crisis. La pregunta está en el aire. No hay nada dicho.

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