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La economía y la política

Tras el default

18 agosto de 2014

Los precios de los bonos, incluso los de ley extranjera, han resistido default más de los que muchos pensaban. Sin embargo, los efectos se están sintiendo por otras vías. Un consultor reconocido de la city, y que solicita (como siempre) off the record, aporta un dato: se están liquidando menos agrodólares. Por supuesto, hay otros más: la demanda de “dólar-ahorro” se disparó, el dólar paralelo oscila los $13,2 (estirando la brecha a niveles cercanos al 60%) y los otros dólares también están bajo presión.  Ha vuelto, claramente, los incentivos para dolarizarse. La rueda devaluatoria empieza a girar de vuelta y la plaza vuelve a sentir la escasez, pero no sólo por el default.

Convergen en los próximos meses dos procesos que tenderán a agravar las presiones cambiarias e inflacionarias. Por un lado, la escasez de dólares comerciales no hará más que profundizarse y siquiera se vislumbra, para marzo de 2015, un nuevo aluvión de dólares como para pensar hacer un “puente” hasta entonces. Por otro lado, todo indica que la emisión monetaria venidera hará lo mismo. “En el plano interno, lejos de moderarse, el gasto público sigue acelerando su crecimiento, financiado vía una inyección de pesos que, combinada con la baja de tasas de interés alentada por el Gobierno, no hace otra cosa más que alimentar las expectativas de devaluación e inflación”, dice el Banco Ciudad en su último informe. Andrea y Miguel Angel Broda estiman que la inflación de 2% mensual puede pegar un salto por la emisión de pesos que se viene: “Con el BCRA esclavo de la política fiscal, no hay límites a la expansión de moneda (la base monetaria, que crecía a principios de año al 16% anual, apunta a 35% a fin de año y con un aumento mínimo de la velocidad de circulación del 10%, vamos a añorar las tasas de inflación de poco más de 2% de julio/agosto)”.

Este escenario pegó fuerte en Reconquista 266, sede del BCRA. “Bastó apenas una semana tras su concreción, para que el default comenzara a mostrar con crudeza sus previsibles efectos nocivos sobre la economía. El canal de transmisión del daño fue, como era de esperar, el financiero-cambiario. El aumento de la incertidumbre y de las expectativas devaluatorias espantaron a los oferentes de divisas”, opina Federico Muñoz, apuntando, más que a los sojeros, al BCRA, que pisó la demanda de dólares. Más cepo. “En cualquier caso, creemos que no se podrá escapar del actual estrangulamiento del mercado cambiario sin un fuerte aumento del tipo de cambio y/o una suba de las tasas de interés de referencia. Sin embargo, estas medidas 'ortodoxas' (o racionales) son tenazmente resistidas por Axel Kicillof. Se dice, inclusive, que el ministro fogonea una baja de tasas de interés con la (vana) ilusión de estimular la demanda interna. Por ende, es de prever en las próximas semanas las tensiones entre Economía y el BCRA”. Desde ACM opinan que “la baja en las tasas de interés y la dinámica fiscal garantizan nuevos y crecientes eventos de incertidumbre cambiaria y financiera”.

Desde EconViews, Miguel Kiguel, aporta una lectura similar y le pone números: “¿Cuál es el Plan B? Parece no haberlo. El Gobierno seguramente insistirá en endurecer el control de cambios, especialmente sobre las importaciones. Según fuentes no oficiales, el Banco Central frenó importaciones automotrices y a empresas tecnológicas por US$ 400 millones en los primeros días de agosto, cifra que se eleva a casi US$ 3.000 millones si se incluyen por todo concepto. En otras palabras, el Plan B parece ser menos importaciones y más recesión”.

El correlato político

En tanto, la política se va adaptando a una nueva realidad. El Gobierno, con la Presidenta a la cabeza, atraviesa una primavera en las encuestas y ha decidido subir a los buitres al centro del ring. La “malvinización” de la pelea contra las lacras del sistema financiero, tal es la forma en la que se evoca a los holdouts “que quieren lucrar en base al esfuerzo de los argentinos”, ha dado algunos réditos en las encuestas de opinión. Empujón que durará, dicen muchos, hasta que las consecuencias tangibles del default, y de la política económica previa, se hagan más palpables en el empleo, los salarios y el nivel de actividad. Como en épocas de la 125 o la Ley de Medios, el Gobierno buscará elegir a las corporaciones como su interlocutor y hacerle un by-pass a la oposición.

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