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Axel Kicillof

¿Un economista keynesiano?

15 agosto de 2014

(Columna del economista Pablo Schiaffino.  Su ultimo trabajo, en colaboración con Daniel Heymann y Ricardo Crespo, “Dealing with Uncertainty: Evolving Beliefs, Rationalizations & the Origins of Economic Crises”)

El 19 de abril del 2012, la tapa del desaparecido semanario El Guardián atribuía la estoica victoria de la expropiación de YPF a Axel Kicillof, quien para las masas era, en ese entonces? con cuarenta años? , un completo desconocido. Fueron sus respuestas ante al Senado, coherentes, 'racionalizando' el principio de nacionalización, las que, junto a una extensa cobertura mediática, lo catapultaron como símbolo de la renovación política del kichnerismo sin Kirchner. 'Duro, preciso, informal, carismático y keynesiano' fueron algunos de los calificativos que se le atribuyeron. Sobre este último adjetivo, esta columna pretende hacer algunas reflexiones. ¿Es Axel Kicillof un economista keynesiano?

Un primer paneo sobre la obra académica del actual ministro parecería indicar que la presencia de Johh Maynard Keynes es, a priori, importante. Sin contar artículos de prensa masiva ni libros, sobre un total de 42 documentos de trabajo y papers publicados, la palabra “Keynes”´ aparece en al menos diez títulos. Este número sube un poco más si se considera la palabra “keynesiana/ o”. En lo que a los libros de Kicillof se refiere, “Keynes” aparece en dos de tres.

Ninguno de los papers, sin embargo, apareció publicado en los diarios ortodoxamente keynesianos más prestigiosos del mundo (como el Journal of Post Keynesian Economics, Cambridge Journal of Economics, Review of Political Economy y el Journal of Economic Issues), y esto dificulta la evaluación en lo que al impacto de la obra del ministro en los auditorios keynesianos se refiere. La sugerente autoedición de obra que parece haber llevado adelante Kicillof puede entenderse, en cambio, por la propuesta radical y novedosa que él mismo ha hecho y que no resulta aceptada por los auditorios dominantes (sean estos keynesianos o no).

El domingo 16 de diciembre de 2007, escribió en Página 12 que en su libro Fundamentos de la Teoría General se “extenderá un crédito a favor de Keynes, ya que se explorará el ambicioso intento de unificar la teoría del valor con la teoría del dinero, empresa que desemboca en una particular reformulación de la teoría del capital, de la ganancia, del interés?en un nuevo cuerpo de fundamentos para la teoría”. Cuesta creer que Keynes necesitara el crédito de Kicillof, pero según su propio argumento, a lo largo de su libro evitará interpretar fragmentos seleccionados de la Teoría General buscando una clave oculta y misteriosa, como tal vez hayan hecho muchos economistas poskeynesianos, análisis que evoca al riesgo de poner en palabras de Keynes conceptos que tal vez él no quiso formular. En definitiva, Fundamentos de la Teoría General sería una asociación de conceptos presentes en la teoría general que darían origen a un fundamento, aquí presentado por Axel Kicillof.

En la política económica

Otra lectura distinta resulta en materia ministerial y de economista práctico: a juzgar por las decisiones de política económica, nada parece estar más alejado de las acciones keynesianas. A pesar de reconocer cierto efecto reactivante gracias al sector externo, Keynes no era un ferviente admirador de las devaluaciones, ya que las consideraba disruptivas en el orden de lo social. Se deberían evitar, en principio. Creía que estas eran un ajuste del salario real que terminaban dinamitando las bases del mercado interno (tal como ocurrió en enero del 2014 en Argentina) y que, de no ocurrir un efecto reactivante sobre el sector externo, el tropiezo en el mercado interno podría ser suficiente para arrinconar a la economía hacia una recesión.

Tampoco era Keynes ?contrariamente al mito urbano? un fanático del aumento en el gasto público: sí sostenía que mediante el efecto multiplicador cierta clase de gasto público (destinado a hospitales y escuelas, o a la construcción de infraestructura vial y naval) servían para alentar una economía en la cual la tasa de interés es cero y se encuentra en desempleo. Pero no creía en la expansión (sobre todo, en la del empleo público) como método de crecimiento perpetuo del desplazamiento de la demanda sobre una oferta con pendiente positiva. Inclusive recomendaba un rol contracíclico del gasto público, algo que no se ha observado, en Argentina, en los últimos once años.

¿Qué ocurre con la emisión monetaria y la inflación? ¿Es correcto decir que mayor emisión no genera inflación? Keynes veía la inflación como un método silencioso por el cual los gobiernos confiscaban parte del dinero en poder de público. Algunos años atrás, Kicillof sostuvo que la emisión no generaba inflación valiéndose del ejemplo según el cual, en los países desarrollados, una vez ocurrida la crisis, las respectivas bases monetarias se multiplicaron sin afectar el nivel de los precios. El dinero podía aumentar y la inflación no existir: era un hecho. Omitió considerar uno de los principales conceptos de la Teoría General: Keynes creía, en cambio, que la demanda de dinero era el fiel reflejo del deseo por parte de los individuos de disponer de liquidez (algo no muy distinto al artilugio conceptual elaborado por Alfred Marshall y Pigou en lo que se llamó Cambridge cash-balances approach). Y tal como ocurrió cuando comenzó la crisis financiera internacional, la demanda por liquidez (primero de dólares, luego de euros) aumentó a un nivel tal que hizo posible expansiones de base sin necesidad de generar presiones sobre los precios.

Paul Davidson, tal vez el heredero más prestigioso de la obra de Johh Maynard Keynes, explica en su libro La Solución Keynesiana que una expansión monetaria puede tener efectos sin manifestarse sobre los precios siempre y cuando una economía esté muy por debajo de su producto potencial. El desequilibro en el mercado de trabajo otorga margen para que el gasto público financiado con emisión acerque la demanda efectiva al producto potencial sin necesidad de motivar un fenómeno inflacionario. Al revés, cuando Kicillof mencionó que la emisión no generaba inflación, la economía argentina se encontraba cerca del pleno empleo y con paritarias cerrando acuerdos al 25%; esto es, con expectativas inflacionarias sin un ancla nominal lo suficientemente robusta como para fogonear un crecimiento financiado con emisión. Para Keynes, en el capitalismo la regla general era que las economías son propensas a sufrir recesiones con los distintos mercados en desequilibrio (en particular, el del trabajo) y que, por el contrario, la situación de pleno empleo suele ser una rareza muy particular en la historia en económica.

Es por ello que resultaba de suma importancia trabajar el fundamento (acaso el único y más importante) de las expectativas para mantener el estado de confianza en buena forma. Keynes era un acérrimo defensor del capitalismo pero entendía que estaba condenado a ciclos de expansión y contracción. El ministro Kicillof (a diferencia seguramente del profesor Kicillof) parece haberse salteado (o no lo consideró importante) el capítulo 12 de la Teoría General, donde se establece la importancia de la incertidumbre en relación a la volatilidad de la inversión. En la Argentina de hoy, con el consumo menguando y con una inversión totalmente inelástica (y estática) por las magras expectativas existentes, las señales que se trasmiten a empresarios y consumidores son de una importancia fundamental. Por los hechos, lejos de transmitir inyecciones de optimismo (léase, para este caso, Ensayos en Persuasión de John Maynard Keynes) las consignas infantiles justificando otro default y el avasallamiento de los derechos de propiedad (más consignas infantiles de expropiación que poco parecen ayudar al caso en cuestión) no dejan de ser un mal chiste que cierran la discusión con un tipo de economía que en su momento desterró al pensamiento keynesiano de los claustros académicos: alta inflación con elevado desempleo, el fin de la curva de Phillips.

Al fin y al cabo, nada sorprendente: consecuencias de un ministro profundamente anti-keynesiano..

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