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Los "nuevos" riesgos globales

6 temas a seguir, según Roubini

04 abril de 2014

“Los riesgos económicos, financieros y geopolíticos del mundo están cambiando”, escribe el economista Nouriel Roubini. Algunos de esos riesgos “presentan ahora una menor probabilidad, aunque no hayan desaparecido del todo” mientras que han surgido algunos nuevos a tener en cuenta.

Los antiguos y (parcialmente) desactivados tenían que ver con una segunda ola de crisis económica en los países centrales, sobre todo en Europa y de una posible escalada de tensión en Oriente Medio. La tregua entre republicanos y demócratas en Washington; la convicción del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de que hará “lo que sea necesario” para mantener el euro a flote; la audacia del primer ministro japonés, Shinzo Abe, para estimular la economía por mecanismos heterodoxos y, por último, la mayor predisposición de Irán para negociar con Occidente han desactivado esos riesgos.

Pero, advierte Roubini, “otros seis riesgos han ido en aumento”. El primero, el de “un aterrizaje forzoso de China”. El segundo, “errores normativos por parte de la Reserva Federal al abandonar su relajación monetaria”. Si la Fed abandona su política de estímulos de modo anticipado, “eso causaría shocks económicos y financieros”. Pero (y este es el riesgo número tres) también es posible que el abandono tarde más. El costo, en ese escenario, sería más inflación, nuevas burbujas de activos y, luego, bancarrotas. El cuarto riesgo es una crisis de magnitud en algún país emergente: se acerca el fin de la plata dulce y no todos son tan sólidos desde el punto de vista macro como se pensaba hace unos años. “En quinto lugar, existe un gran riesgo de que el conflicto actual en Ucrania provoque una segunda guerra fría...y posiblemente una guerra caliente”, dice Roubini y añade: “Por último, existe un riesgo similar de que las discrepancias territoriales y marítimas en Asia (comenzando por las controversias entre China y Japón) lleguen a ser conflictos militares declarados”.

El buen dato es que “hasta ahora, los mercados financieros se han mostrado optimistas sobre esos nuevos riesgos. La inestabilidad ha aumentado sólo ligeramente, mientras que los precios de los activos se han mantenido. Los comentarios sobre esos riesgos han afectado en algunas ocasiones (pero sólo brevemente) a la confianza de los inversores y, tras unas leves correcciones, los mercados han solido dar marcha atrás”.

Sin embargo, casi como si tuviera una predisposición genética al pesimismo, remata: “Los inversores pueden estar en lo cierto respecto de que esos riesgos no se materializarán en su forma más grave o de que las políticas monetarias relajadas en las economías avanzadas y una continua recuperación los contendrán, pero los inversores pueden estar engañándose, al considerar poco probables dichos riesgos, por lo que pueden llevarse una sorpresa desagradable cuando uno o más de ellos se materialicen. De hecho, como ocurrió en el caso de la crisis financiera, los inversores no parecen capacitados para calcular, valorar y protegerse adecuadamente contra los riesgos de cola. Sólo el tiempo dirá si su despreocupación actual constituye otro fallo en la evaluación y la preparación para acontecimientos extremos”.

Han sido advertidos por el Doctor Catástrofe.

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