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28 abril de 2014

(Columna de Martín Polo, economista jefe de Analytica Consultora // Twitter: @mapolo1978)

En el momento que más lo necesitaba, el contexto internacional y el buen clima le dan una enorme ayuda a la economía local. Alejado el riesgo de un empeoramiento de la crisis en Europa y Estados Unidos, la reactivación de la actividad global se afianza y se desarrolla en un entorno en el que las tasas de interés siguen en niveles históricamente bajos, el dólar se debilita, el riesgo emergente cae y las commodities agrícolas suben. Como si esto fuera poco, el clima ayudó y la cosecha de soja se encamina a un nuevo récord. Todas buenas noticias para una economía que necesita más que nunca aliviar la restricción externa.

Lo que marca el pulso a la coyuntura global es la moderación en la postura de las nuevas autoridades de la Fed, ahora bajo el mando de Yanet Yellen. Si bien la aceleración en el crecimiento y el mayor dinamismo de la creación de puestos de trabajo permitieron reducir la tasa de desempleo al 6,7%, muy cerca del 6,5% que tenía como objetivo la Fed, volvieron a aparecer los riesgos de deflación. Esto, sumado a cierta holgura en el mercado laboral debido al elevado subempleo, fue la excusa perfecta para que las nuevas autoridades le bajen el tono a las expectativas de suba de tasas, asegurando que continuarán con una política monetaria acomodaticia. Ante este escenario, las tasas de interés del Tesoro de EE.UU., que subían desde mayo del año pasado (las tasas del bono a 10 años pasaron de 1,5% a 3%), se estabilizaron y el dólar a nivel global se debilitó.

Esto permitió revitalizar los flujos de capitales a las economías emergentes lo que derivó en una importante caída en el costo del capital. El riesgo emergente medido a través del índice EMBI+ cayó más de 20%, y las monedas se apreciaron respecto a la divisa americana, destacándose el real que en los últimos dos meses interrumpió su tendencia alcista y se apreció 8%.

El combo de buenas noticias se completó con la muy buena recuperación en los precios de las materias primas agropecuarias y de la soja en particular: subió más del 20% en los últimos dos meses y se ubica 15% por encima de los valores de 2013. A diferencia de otros años en el que la suba de precios de la soja se desarrollaba en un escenario de caída en la oferta, en esta oportunidad la mejora en las cotizaciones obedece al mayor dinamismo de la demanda en un contexto de producción mundial récord.

El derrame

La economía local vuelve a gozar de un muy buen contexto internacional, siendo un gran aliado para aliviar la restricción externa que enfrenta el país producto de la caída en la oferta de divisas. Si bien la aceleración de la inflación ya compensó más de la mitad de la devaluación de fines de enero, el debilitamiento del dólar a nivel global permite mejorar el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) y ello le quita presión al tipo de cambio oficial.

Al mismo tiempo, el alza del precio de la soja sumado a la cosecha récord le dan un ingreso extra de US$ 3.000 M a las exportaciones del complejo sojero y $ 8.000 M al Tesoro en concepto de retenciones.

Al mismo tiempo, el Gobierno hizo su contribución a la reducción en el riesgo emergente a partir del acuerdo con Repsol por la reestatización de YPF, el acercamiento al FMI y al Club de París, lo que permitió que el riesgo país caiga más de 25%, perforando los 800 puntos básicos. Lógicamente se trata de una muy buena noticia para un Gobierno que quiere volver a los mercados financieros internacionales para evitar la pérdida de reservas internacionales. Si bien se espera que en lo que resta del año las tasas norteamericanas vuelvan a mostrar cierta tendencia al alza, no proyectamos un escenario de shock sobre los mercados emergentes.

El timing de la FED y las intervenciones de los demás bancos centrales para reducir los impactos en sus respectivos mercados son un aliado del BCRA para mejorar la oferta de divisas y recomponer reservas internacionales. Pero no son una condición suficiente para relajar la restricción externa y menos aún la fiscal. Sin un plan tendente a resolver los problemas de fondo, que son la inflación y déficit fiscal, la pax cambiaria lograda en los últimos dos meses no podrá ser duradera, al menos sin una fuerte recesión.

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