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Las reservas, ¿quo vadis?

"Escasez acelerada", dice el Estudio Bein

08 noviembre de 2013

Es prioritario frenar la caída en las reservas. Por estos días, ningún economista está en contra de esta afirmación y, si bien difieren en cómo hacer para detener esta pérdida, el amplio consenso es un indicativo de la trayectoria preocupante del stock de reservas del BCRA, que ya cayó más de US$ 10.000 millones en el año (hay que remontarse a años poco felices para hallar un guarismo similar) y defraudó, incluso, a los cálculos más agoreros.

“Lo que resulta evidente es que si bien el cepo evita que sea el mercado el que defina el nivel del dólar, no impide que se agudice el ingenio en pos de conseguir todos los dólares oficiales que se pueda mientras se retiene la oferta. Esto es lo que vimos fundamentalmente en el último mes y medio, cuando el BCRA tuvo que vender cerca de US$ 2.000 millones para sostener la devaluación del dólar en la zona del 27% anualizado. Ritmo de caída que evidentemente no se puede sostener, dado el stock de reservas en torno a US$ 33.000 millones y el horizonte de dos años por delante”, sostiene el último informe del Estudio Bein.

Con un tendencia a la baja creciente (en octubre, sin pagos de deuda significativos, se perdieron US$ 1.400 millones) y con un superávit comercial que cae (y sin perspectivas, siquiera optimistas, de que repunte en 2014), el informe habla de un escenario de “escasez acelerada”. Pero no todos descartan que más adelante, y aun con el cepo, el BCRA deba hacer una devaluación de un salto, algo que hasta ahora ha logrado evitar, para aplacar la demanda de divisas y, en última instancia, de reservas.

Hacia adelante

A finales de 2012, e incluso a comienzos de este año, el grueso de los analistas proyectaba que las reservas permanecerían relativamente estables durante el año. Eso no fue así, lo que sugiere que proyectar la dinámica de las reservas no es una tarea fácil en este contexto. Si bien nadie pronostica un repunte o siquiera una estabilización del stock de reservas en el corto o mediano plazos (más allá de algunas variaciones diarias positivas), hay una amplia gama de proyecciones: algunos avizoran un stock algo superior a US$ 20.000 millones a finales de 2014 y, otros, algo por debajo de los US$ 30.000 millones.

La gran duda es qué hará el Gobierno.

Según el Estudio Bein, la política económica tiene dos estrategias posibles. La primera es abrir la cuenta capital a través de mecanismos no convencionales: “En esta dirección entran el acuerdo con el BID y el Banco Mundial para aumentar su fondeo a partir del compromiso de pagar los fallos pendientes con el CIADI, la extensión y maquillaje del 'blanqueo' para que el BAADE consiga compradores, el 'rediseño' de las estadísticas de precios y actividad con el aval del FMI intentando evitar la moción de censura y eventualmente un artículo IV que permita destrabar el arreglo con el Club de París sin pagar al contado, la renegociación de repos con Basilea y el Banco de Francia, el intento de reflotar el ya anunciado acuerdo de swap de monedas con China, la vía libre para que provincias y empresas empiecen a buscar algún fondeo en el exterior, nuevos acuerdos de exploración en el yacimiento de Vaca Muerta con empresas privadas y seguramente algún movimiento de la ANSeS para colocar deuda vía la venta de bonos en dólares en el mercado secundario tal cual se hizo durante 2010 y la primera parte de 2011”.

La segunda vía, y sobre la cual recaen las principales especulaciones, tiene que ver con la salida de dólares. “Todos los números se los lleva puesto el turismo y los gastos por compras online”, dice el Estudio Bein. Desde Elypsis creen que habrá medidas para reducir el déficit que denominan “turismo/tarjeta”. El efecto sobre el nivel de actividad de mayores restricciones a ese tipo de gastos sería menor  (o incluso positivo) que si, por ejemplo, se acentuará el cepo importador en otros sectores con mayor incidencia en la economía real.

El 2013 ya está jugado. Números más, números menos, el stock terminará cerca de US$ 32.000 millones, unos US$ 20.000 millones por debajo del pico de 2011. La gran duda es qué hará el Gobierno: los rumores sobre posibles medidas están a la orden del día, lo cual, lógicamente, acentúa el apetito por el “billete”. Cuando se despeje el panorama, los consultores volverán a sacar el lápiz y la calculadora, y los argentinos reevaluarán qué les convendrá hacer con sus pesos.

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