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Viajar y comprar en el exterior

¿Será cada vez más caro?

07 agosto de 2013

(Columna de Diego Giacomini, profesor de la Facultas de Ciencias Económicas de la UBA y economista jefe de Economía & Regiones)

La Argentina no puede emitir dólares. El mundo es el único proveedor de dólares genuinos que tiene el país. La caja de dólares aumentará sólo si el monto de dólares que los residentes extranjeros traen a nuestro país es mayor que los dólares que los argentinos llevamos afuera. De esta manera, la maximización de la caja de dólares puede darse por medio de dos caminos antagónicos.

Por un lado, incentivando la posibilidad que los extranjeros traigan dólares, lo cual es sustentable y promueve la generación de empleo y el crecimiento en el largo plazo o, por el contrario, minimizando la posibilidad que los argentinos saquemos dólares, que no es sustentable y atenta contra la generación de empleo y el crecimiento de largo plazo. Los extranjeros pueden traer dólares netos a través de la Inversión Extranjera Directa (IED), préstamos financieros (deuda contraída en los mercados) y préstamos de organismos internacionales.

Claramente, las políticas oficiales de aislamiento internacional y de desendeudamiento han minimizado y anulado estas alternativas. Luego, podrían venir dólares netos del exterior si y sólo si las cuentas “pagos de intereses” y “pagos de dividendos y utilidades” fueran positivas, lo cual es estructuralmente imposible. Explicado esto, se entiende las razones por las cuales las políticas oficiales han minimizado la posibilidad que ingresen dólares netos desde el exterior. De hecho, el achicamiento de la balanza de pagos y la falta de ingreso de dólares explican el esfuerzo oficial para implementar los Cedines, el BAADE y el acuerdo con Chevron, que son manotazos de ahogados para lograr que ingresen dólares a nuestra economía.

El camino oficial

El hecho es que la política oficial de aislamiento y desendeudamiento, que “pisan” el ingreso genuino de divisas, obligan al Gobierno a actuar sobre la minimización de la salida de dólares de los argentinos. Justamente, en este marco es que hay que entender el cepo y su esfuerzo para minimizar la fuga de capitales de los privados a través de la cuenta de capital y el pago de dividendos y utilidades por la cuenta corriente de la balanza de pagos. No obstante el cepo cambiario, la caída de las reservas se acelera: -5% en el segundo semestre de 2011; -8% en 2012 y -14% en el primer semestre de este año. En julio,dicha tasa interanual se encuentra en 19,5%. Puntualmente, entre enero de 2011 (las reservas estaban en US$ 52.000 M) y julio de 2013 (US$ 37.600 M) la caída acumula 28%.

En este marco de política de aislamiento y desendeudamiento, el Gobierno tendrá dos opciones para reducir la caída de reservas: pisar más las importaciones y/o actuar sobre la cuenta de servicios para reducir los dólares que los argentinos gastamos en el exterior y/o aumentar los dólares que los extranjeros gastan en la Argentina. Las importaciones ya están fuertemente “pisadas” y afectan negativamente el nivel de actividad. No hay mucho margen adicional para pisarlas más.

El camino oficial (redoblado)

Por consiguiente, si el Gobierno buscara amortiguar la pérdida de reservas no habría que descartar la posibilidad de que en un futuro las autoridades encarezcan el tipo de cambio y/osuban el impuesto para las compras con tarjeta y/o establezcan un dólar turista más elevado para incentivar el ingreso y gasto de turistas en el país y desincentivar el de argentinos en el exterior. De acuerdo con nuestras estimaciones, si nada cambiara,las reservas del BCRA serán de US$ 35.300 millones en diciembre de este año. A fines de 2014, las reservas descenderían hasta US$ 26.000 M. Es decir, el Gobierno comenzaríael último año de mandato (2015) con aproximadamente la mitad de las reservas récord que llegó a tener en comienzos de 2011. Sin cambios en la actual política monetaria, la base monetaria ascendería aproximadamente $565.000 M.

Es decir, la relación base monetaria / reservas (tipo de cambio de cobertura) aumentaría de 8,4 (actual) a 11,6 (fin 2013) y 21 (fin 2014) pesos por dólar. El mayor tipo de cambio de cobertura implicaría mayor dólar paralelo y brecha cambiaria y, por ende, menor crecimiento económico y mayor desempleo.

En este marco, si el Gobierno no tiene éxito y no entran dólares con los Cedines, el bono para YPF o con Chevron, pensamos que lo más probable sería que se profundizaran los controles cambiarios. En este sentido, ya explicamos que encarecer el turismo y las compras con tarjetas en el exterior, así como abaratar nuestra economía para los turistas extranjeros,son laprofundización que más amortiguaría la velocidad con la cual se pierden reservas, que igualmente seguirían disminuyendo. En este escenario, probablemente no habría que descartar un desdoblamiento cambiario para el turismo en el futuro.

La incertidumbre manda

A ciencia cierta, nadie que esté fuera del Gobierno puede decir cuándo se van a introducir cambios. Muy probablemente, hoy en día nadie del Gobierno tampoco lo sepa con exactitud. Lo que sí podemos afirmar es que las presentes políticas económicas (fiscal, monetaria, cambiaria y de manejo de reservas) son inconsistentes y, por ende, no son sustentables en el largo plazo. ¿Qué quiere decir esto último? Que tarde o temprano deberán ser abandonadas.

Lo que sí estamos en condiciones de afirmar es que los costos de “salida” del actual esquema crecen a medida que pasa el tiempo. ¿Cómo funcionaría el desdoblamiento cambiario para el turismo? Los dólares que el BCRA le compra al campo al tipo de cambio oficial son vendidos a los turistas (pasaporte mediante) a un tipo de cambio superior. Lo mismo para los argentinos que quieren viajar al exterior (pasaporte y papeles “en regla” ante AFIP mediante).

Con esta medida se cumple un doble objetivo. Primero, el BCRA obtiene una ganancia cuasi fiscal (vende el dólar más caro de lo que lo compra) que luego transfiere al Tesoro para financiar el gasto público. Segundo, incentiva el ingreso de turistas y dólares, y desincentiva la salida de dólares argentinos potenciando el turismo doméstico. De esta manera, mejora la cuenta de de la balanza de pagos, que en la actualidad es la principal fuente de fuga de reservas del BCRA. Paralelamente, se devalúa el tipo de cambio para compras de argentinos en el exterior con tarjeta de crédito, de manera de encarecer y desincentivar dichas operaciones, con lo cual también se minimiza la salida de dólares por este concepto y se incentiva el consumo interno.

Claramente, es más de lo mismo. Cada vez peor porque se acrecientan las inconsistencias y los problemas macroeconómicos. Sin embargo, parece ser el camino más probable. La mejor opción sería otra totalmente diferente: un cambio hacia un plan integral de política económica, con profundas modificaciones de política fiscal, monetaria y cambiaria. Un plan en el cual, primero y antes que nada, se ataque la inflación, se fomente la inversión y se baje la presión tributaria al sector privado. El tiempo dirá.

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