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El bono demográfico

¿Cómo debe aprovecharlo el país?

30 agosto de 2013

(Columna de Jorge Paz, economista e investigador del CONICET)

Las poblaciones de todos los países del mundo están envejeciendo y eso causa cierta preocupación ¿Seremos capaces de hacer frente a una población de adultos mayores cada vez más numerosa? ¿Nuestros sistemas de pensiones están preparados para ese gran desafío que implica vivir mucho más que hace cincuenta o cien años?

Repasemos algunas cifras interesantes: una persona que nacía en la Argentina en 1950 tenía una esperanza de vida de 62 años mientras una que nazca en 2050 podrá vivir más de 80. Si siguen vigentes los esquemas jubilatorios actuales las personas se estarán retirando de la vida activa a los 60 o 65 años, con lo cual les quedará por vivir unos 15 o 20 años más. Y, como es lógico, querrán vivir bien, lo que implica el uso de recursos escasos. Pero los que plantean el envejecimiento de esa manera dejan el cuento incompleto. Veamos: mientras que en 1950, en la Argentina había 47 niñas, niños y adolescentes por cada 100 adultos, se estima que en 2050 habrá menos de 30. Esto significa que los matrimonios tendrán menos hijos a quienes alimentar, cuidar, proporcionar salud y educar. Además (y esto no es menor) quienes plantean el envejecimiento demográfico como un problema, olvidan mencionar que durante una buena cantidad de años la mayoría de la gente tendrá entre 20 y 49 años, las edades más productivas del ser humano. Esto es, olvidan el bono demográfico.

Una oportunidad

Los demógrafos definen al bono como aquel período en el cual la población más productiva (20-59 años de edad) crece más rápido que la población menos productiva (menores de 15 años y mayores de 59 años). Hay un período en la vida de las naciones en las que disminuye el peso de los más jóvenes (en términos de consumo) y el peso de los adultos mayores no es lo suficientemente elevado como para causar preocupación. No en todos los lugares el bono dura lo mismo: hay diferencias en el momento en que el bono comienza y el momento en que culmina.

Y lo que es quizá más importante, el impacto que el bono tiene en el crecimiento económico está en principio indeterminado y depende de las decisiones que tomen los países. Por eso algunos demógrafos se refieren a este fenómeno como una oportunidad que se les presenta a los países para crecer y desarrollarse. Esto último es muy importante: el bono es crecimiento en potencia y el que los países lo aprovechen depende de las decisiones que tomen.

Decisiones salomónicas

¿De qué depende entonces el aprovechamiento del bono demográfico? Principalmente, de decisiones en cuatro áreas claves para el desarrollo económico y social: educación, salud, economía y gobernanza. Veamos una por una. La menor cantidad de niñas,niños y jóvenes posibilita a los padres de invertir más en ellos; invertir en todas aquellas dimensiones que potencian sus capacidades: más y mejor nutrición, más y mejor educación y salud. Hay varios temas que quizá tengan mayor relevancia en países más pobres que la Argentina, como el caso de la nutrición en muchos países de Africa y Asia (por ejemplo Nigeria o Mozambique), o la asistencia escolar en varios países de América Latina y el Caribe (Honduras o Guatemala, entre otros).

Pero la Argentina tiene deudas también en algunos de estos aspectos: a) en varias provincias del noroeste y del nordeste del país hay serios problemas de nutrición y salud de la población menor de quince años,y b) en el tema calidad educativa todavía hay mucha distancia que recorrer. La educación también incluye saberes y habilidades para el desempeño en oficios. Es decir, la educación orientada al puesto de trabajo y a las calificaciones que no se adquieren aprendiendo lengua y matemáticas en una escuela. Pero de nada sirven los esfuerzos en invertir en salud y educación de calidad, si de cada 100 jóvenes que ingresen al mercado de trabajo dentro de 15, 20 o 25 años (por ejemplo, en el 2030), sólo 60 encuentren puestos laborales adecuados a sus calificaciones, mientras que a los otros 50 sóloles quede como opción el desempleo o trabajar en la economía informal, caracterizada por baja productividad y bajos ingresos. Estas cifras no son caprichosas.

Como se ha mostrado en esta columna en varias ocasiones, y a pesar del buen desempeño económico de la presente década, el 40% de la población ocupada en la Argentina trabaja aún en puestos precarios, inestables y de productividad muy baja. El último punto alude a la gobernanza. El aprovechamiento del bono depende crucialmente de la eficacia de las intervenciones del Estado y de la calidad y transparencia de las instituciones. Esto está ligado a lo anterior. La inversión productiva en sectores dinámicos de la estructura económica requiere cierta seguridad jurídica que sólo la proporciona una buena gobernanza. La gobernanza incluye dos aspectos cruciales para el crecimiento económico: por un lado, la interacción entre los distintos niveles de gobierno, tanto hacia arriba (por ejemplo la integración en el Mercosur) como hacia abajo (la descentralización territorial). Por otro, la forma de interacción de las administraciones públicas con el mercado y las organizaciones civiles, que no obedecen a una subordinación jerárquica sino a una red.

Engranajes del desarrollo

Entonces, para que el bono demográfico se traduzca en crecimiento económico y en desarrollo deben tenerse presente todos estos aspectos que funcionan como los engranajes de una gran maquinaria o los eslabones que ligan las dimensiones de la vida social. La oportunidad del bono demográfico es única. Algunos países asiáticos y europeos ya están finalizando esta etapa. Recientemente se dijo que China lo finalizaría en 2015 y algunos economistas interesados en el tema miran con preocupación la falta de crecimiento de la economía japonesa, lo que probablemente tenga que ver también con la finalización del bono dem0gráfico.

Dado que la Argentina es un país cuya fecundidad ha comenzado disminuir hace ya muchos años (mucho antes que otros países grandes de América Latina como Brasil y México), se prevé que las oportunidades abiertas por el bono tendrán una corta duración comparada con el resto de los países de la región: el bono demográfico ya habría comenzado en la Argentina en el año 1990 y estaría culminando entre los años 2030 y 2035, aproximadamente. Es el momento de las decisiones salomónicas. Ahora lo sabemos. Que no pase entonces aquello que decía Einstein y que al parecer ocurre: el que “cada día sabemos más y entendemos menos”.

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