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Convertibilidad y dolarización

Palpitando el debut del Cedin

28 junio de 2013

(Columna de Martín Tetaz, economista, profesor de la UNLP y la UNNoBA, investigador del Instituto de Integración Latinoamericana (IIL) y del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS). Twitter: @martintetaz)

Hace exactamente tres meses publiqué una columna intitulada “El día que volvió la convertibilidad”, en la que explicaba que técnicamente el Gobierno podía optar por volver a un esquema de caja de conversión (convertibilidad) por el que cambiara dólares por pesos a $7,50 por unidad. No es que yo creyera que ese régimen de tipo de cambio fijo fuera la solución de todos los problemas de nuestro país ni que pensara, siquiera, que fuera conveniente. Mi único punto fue señalar que ello resolvería automáticamente las presiones sobre el mercado cambiario.

Aquella columna fue furor en las redes sociales y el comentario que más se repitió fue: “¿Vos pensás que la gente no saldría corriendo a vaciar las reservas del BCRA?”.

En un esquema monetario, donde coexisten dos medios de pago con poder legal de cancelar obligaciones, es la gente la que elige libremente cuál moneda prefiere utilizar. Simplemente, no habría ningún problema si las personas salen masivamente a comprar todos los dólares del BCRA. Lo que sucedería, en cambio, es que la economía se dolarizaría automáticamente y las transacciones pasarían a estar dominadas por la moneda estadounidense.

El Salvador, Ecuador y Panamá son ejemplos de países donde la moneda tiene cara de prócer estadounidense y en nuestro país funcionó durante diez años un modelo similar.

Confieso, también, que en ese momento no pensé que existiera la menor posibilidad de que una cosa así pasara en la Argentina; simplemente lancé la idea como un globo de ensayo, como un ejercicio académico para disparar un debate. Pero la realidad, una vez más, parece convertirse en una exageración de la ficción.

Un tiempo después?

Primero, Carlos Heller festejó la estrepitosa caída del mercado inmobiliario, cuando se hizo público que en la ciudad se habían hecho 36,9% menos de escrituras en los primeros cuatro meses de 2013 en comparación con el mismo período del año anterior. El diputado dijo que era una buena noticia porque quería decir que los compradores no estaban dispuestos a convalidar un dólar paralelo tan alto, aun cuando en ese mercado reina el “dólar celeste”, promedio entre el oficial y el “blue”. Lo que no dijo es que el parate en las transacciones también reflejaba que los vendedores no estaban dispuestos a convalidar tampoco el dólar oficial.

Luego vino la famosa conferencia de prensa de “Los 5 Fantásticos”, en la que los principales referentes de la política económica oficial desmintieron a Heller, lanzando el blanqueo de capitales y dándole forma a un nuevo instrumento para las operaciones inmobiliarias: el Cedin. Por si usted todavía no está familiarizado con el personaje, el Cedin es una especie de cheque en dólares, que entregará el Banco Central a los inversores que decidan sumarse al blanqueo y traigan divisas que hoy se encuentran fuera del sistema.

Para que el nuevo instrumento pueda ser canjeado por dólares, deberá tener el sello de “aplicado” que le pondrá el banco cuando un particular se acerque con el Cedin y la escritura que confirma que lo ha recibido como parte de pago por una transacción inmobiliaria o la factura que acredita que vendió materiales de construcción a cambio del nuevo cuasidólar.

Por esta razón habrá dos cotizaciones en las casas de cambio y bancos en los que, Resolución 620 del BCRA mediante, podrán comprarse y venderse Cedin: una cercana al dólar “blue” para los que ya hayan sido validados con el “aplicado” y otra en una valor más bajo para los papeles que no puedan ser aún canjeados de manera automática por dólares. Pero no será el mercado inmobiliario o de la construcción el único lugar donde correrá el Certificado de Inversiones. Para garantizar su aceptación, el Gobierno está negociando con supermercados, e incluso se habla de que YPF permitirá su uso para llenar el tanque, de modo que es plausible pensar que se termine generalizando su uso como cuasi moneda, con poder cancelatorio y es aquí donde el paralelo con la convertibilidad cobra fuerza.

Las preguntas

La pregunta del millón es cuál será la magnitud del fenómeno. El Gobierno proyecta un blanqueo de U$S 4.000 millones.

Veamos su impacto en el mercado inmobiliario y en el del dólar “blue”. De acuerdo a un relevamiento del Colegio de Escribanos de la ciudad, en 2012 se realizaron transacciones por $21.453 millones. Por su parte, la institución homónima de la provincia de Buenos Aires informó operaciones por un valor de $28.380 millones, que es un monto similar al transado por el resto de las provincias. El mercado inmobiliario opera, entonces, un piso de $75.000 millones por año; algo así como US$ 11.111 millones al cambio conocido como “dólar celeste”, que con una cotización intermedia entre el oficial y el blue rige las transacciones inmobiliarias.

El blue, por su parte, concentra las operaciones de los que necesitan divisas para viajar, remesar al exterior, cancelar las pocas operaciones inmobiliarias que todavía se hacen o, simplemente, para atesorar. Suponiendo que un tercio de los gastos turísticos no pueden ser financiados con tarjeta (a dólar subsidiado), que el 100% de las remesas deben conseguirse en el paralelo, que 20% de los nuevos depósitos a plazo fijo se vayan al dólar y 10% de los dólares para las operaciones inmobiliarias se consigan en azul, estamos hablando de un mercado de US$ 6.265 millones anuales (a $8,20 de cotización).

En un escenario de blanqueo exitoso (U$S 4.000 millones), 36% del mercado inmobiliario operará con Cedin, como máximo. Esto es así porque la velocidad de circulación será muy baja; nadie en su sano juicio pagará una propiedad con un Cedin ya “aplicado”, puesto que perdería su parte en el derecho de señoriaje del sello de aplicación (que curiosamente captarán los privados). La ley de Gresham indica que tampoco circularán Cedin ya aplicados por fuera del mercado inmobiliario, de modo que los no validados que se usen en naftas, supermercados y demás operaciones restarán liquidez a la compra venta de propiedades.

Veremos, entonces, en el mejor de los casos una reactivación cercana a 25% del mercado inmobiliario, junto a una convertibilidad muy marginal en el resto de la economía, a una paridad intermedia entre el blue y el oficial.

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