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El delicado equilibrio de China

Entre el libre mercado y el centralismo democrático

03 mayo de 2013

(Columna de Felipe Frydman, economista, ex miembro de la cancillería y Embajador)

Del 5 al 17 de marzo se realizó el Congreso Nacional del Pueblo (CNP) de la República Popular China, que ratificó las decisiones adoptadas por el Congreso del Partido Comunista en diciembre. El Congreso puso en funciones al Presidente Xi Jinping y adoptó los principales lineamientos políticos para los próximos cinco años.

Los informes más importantes fueron el resumen de los trabajos del Gobierno presentado por Wen Jiabao y el texto del Comité Permanente. El informe de Wen Jiabao, presidente del Consejo de Estado, reseñó los esfuerzos realizados para superar las dificultades surgidas ante la crisis financiera internacional y planteó la necesidad de modificar el modelo de desarrollo implementado desde Deng Xiaoping, que permitiera alcanzar tasas de crecimiento chinas, especialmente en los últimos diez años, y sacar de la pobreza a 500 millones de personas.

Este modelo se basó en atraer fuertes inversiones de las empresas multinacionales, que aprovecharon una mano de obra abundante y de bajo costo para producir, con destino a los mercados de los países desarrollados principalmente, lo que permitió modernizar la economía, obtener un abultado superávit comercial y una impresionante acumulación de reservas internacionales. Las cifras no dejan dudas del éxito: China se convirtió en la segunda economía y con el sector industrial más grande del mundo. En los últimos cinco años, el sector industrial creció a un promedio de 13,4% y el ingreso per capita supera los US$ 4.000.

Economía, otra etapa

La recesión que afectó a Estados Unidos y la Unión Europea fue la causa que impuso el cambio de estrategia. El informe de Jiabao justifica la necesidad de expandir la demanda interna y reducir el superávit de la cuenta corriente. China pondrá en los próximos años un mayor énfasis en el desarrollo de la infraestructura, la eficiencia del sector industrial y un impulso decisivo de la industria de servicios para estimular la creación de empleo.

En esta etapa, la modernización industrial requiere una gran inversión en la investigación tecnológica para lo cual también se mejorará la protección de las innovaciones y capacitación de la mano de obra. La inversión en investigación alcanzó el 1,97% del PIB en 2012, y el 74% es realizado en las empresas. Un total de 540.000 estudiantes preparados en universidades extranjeras regresaron al país para incorporarse al aparato productivo. El informe dice: “Debemos fortalecer la guía política, promover las adquisiciones de empresas y la reorganización a través de sectores, regiones y formas de propiedad, y permitir que las fuerzas del mercado determinen el éxito y caída de las empresas”.

El Partido, ante todo

El documento de Jiabao reitera que China se encuentra en el primer estadio de socialismo, y que durará todavía mucho tiempo. En este estadío, ni las condiciones básicas ni los problemas principales de la sociedad se han modificado: la producción todavía no alcanza para satisfacer las necesidades materiales y culturales del pueblo. El desarrollo continúa siendo la tarea más importante y requiere una atención indivisible.

La definición del primer estadío es retomada con mayor énfasis en el informe del Comité Permanente para definir los límites políticos de la apertura; reafirma el liderazgo del Partido Comunista sobre el Congreso Nacional del Pueblo y sostiene que sus objetivos deberán constituirse a través de los procesos estatutarios y colocando a la gente recomendada por el Partido en las posiciones de liderazgo de los diferentes cuerpos del Estado: “Todo el trabajo del CNP, sea legislación, supervisión, decisiones o ejercicio del poder para tomar o despedir funcionarios, debe ayudar a fortalecer y mejorar el liderazgo del Partido, consolidando su posición como Partido gobernante y garantizando que el Partido conduzca al pueblo en la tarea de gobernar efectivamente el país”.

El informe rechaza de plano los principios democráticos del sistema occidental. En ese sentido, reafirma que China es un país socialista con una dictadura democrática popular, conducida por la clase trabajadora y basada en una alianza de los trabajadores con los campesinos: “China aprende de los logros políticos de otras sociedades pero nunca copiará el modelo del sistema político occidental”. Los principios del centralismo democrático son reiterados para recordar la “obediencia debida” en los diferentes estratos del Gobierno.

El informe recuerda que la Constitución de China estipula que las instituciones del Estado deberán aplicar el centralismo democrático y que el Congreso es una parte del Estado y, como tal, deberá ejercer el poder de una manera unificada. De la misma forma, la administración, los cuerpos judiciales y la procuración fueron creados por el Congreso del Pueblo y son responsables ante él y sujetos a su supervisión. Estos órganos trabajan sobre la base de la Constitución y sus leyes, las políticas del Partido y los principios del pueblo. No sorprende que Jinping haya sido designado, primero, por el Congreso del Partido Comunista y que recién después haya asumido como Presidente de la Nación.

El modelo

La política de apertura económica aplicada por China desde la formulación de la teoría de Deng Xiaoping no modificó la estructura de poder caracterizada por el dominio del Partido Comunista y cuya principal peculiaridad es el centralismo democrático. En palabras del documento, la “dictadura democrática popular”, discusión que absorbiera mucho tiempo a múltiples organizaciones de izquierda en la Argentina en los años '60 y '70, es en realidad un eufemismo por la forma de reclutamiento de los miembros del Partido, más atraídos por las posibilidades de ascenso en una sociedad con movilidad social o por la seguridad de empleo que por la virtud del trabajo o ideología.

Pero el cambio de modelo, como se plantea en el informe de Wen Jiabao, requerirá cada vez más una mayor participación del capital privado. Ya en estos momentos, las inversiones privadas representaron en 2012 el 62,1% del total, y el 61% de las inversiones externas. Se estima que estos porcentajes superan el 70% en 2013. Este incremento constante del capital privado requeriría de una mayor flexibilidad de los controles y seguridad jurídica para posibilitar su concreción, y más aún cuando el Estado necesitará de esa participación para alcanzar las metas de crecimiento.

Un balance delicado

La burocracia del Partido insistirá como la ha hecho hasta ahora en mantener la hegemonía sin aceptar ningún tipo de control social. Pero esta situación está creando un “capitalismo de amigos” en el que los funcionarios del Estado conviven con los principales empresarios en base a reglas aplicadas con parcialidad por las mismas características del sistema. El “centralismo democrático”, cuya principal característica es que todo se origina arriba y se aprueba abajo sin discusión, estará sometido a fuertes presiones a partir de la creciente participación del sector privado y generará inevitablemente en el futuro nuevas tensiones que requerirán de una gran imaginación o de mucha filosofía oriental para mantener la estabilidad y evitar un mayor autoritarismo.

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