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Las elecciones presidenciales en EE.UU.

Obama, el favorito.

22 agosto de 2012

Dentro de ochenta días, la rutina democrática más antigua del mundo ?las elecciones presidenciales en Estados Unidos? tendrá un nuevo capítulo. El contexto en el cual se desenvuelve la actual campaña es muy distinto al de 2008. La realidad estadounidense e internacional cambió ?y para bien?.

Cuatro años atrás había estallado la crisis de las hipotecas y la economía global comenzaba a transitar una etapa de gran incertidumbre que recién empezaría a despejarse luego de la reunión del G-20 en marzo de 2009. También era una época caracterizada por la masiva presencia militar de Estados Unidos en Irak y Afganistán.

Durante el gobierno de Barack Obama la recuperación económica fue más lenta de lo que se esperaba pero Estados Unidos tuvo un mejor desempeño que los países más desarrollados de Europa y por ello las posibilidades de una recaída de la crisis se han disipado considerablemente.

De todas maneras, una tasa de desempleo que se mantiene por encima del 8% desde hace mucho tiempo constituye el punto más negativo del actual gobierno. Los antecedentes electorales muestran que no es fácil para un presidente obtener su reelección con datos económicos y del mercado de trabajo como los actuales.

A su vez, el mundo atraviesa la etapa más pacífica de la Historia reciente. Esto hace que la política exterior sea un punto fuerte de los demócratas en este momento cuando tradicionalmente fue considerado un activo de los republicanos. Esta situación hace que las elecciones presidenciales de este año no aparezcan tan relevantes como las anteriores. Tampoco incluye grandes novedades como fue la candidatura de Obama en 2008 que movilizó a muchos sectores que habitualmente no participaban del proceso electoral. Ese entusiasmo no volverá a repetirse porque la opinión pública está dividida casi en partes iguales entre quienes aprueban y quienes critican la gestión del gobierno.

Pero la debilidad del candidato republicano ?Mitt Romney? contribuye a fortalecer la posibilidad de que el Presidente sea reelecto. Ante ese escenario, Romney decidió convocar a Paul Ryan para que lo acompañe en la fórmula e intentar así producir un giro en la campaña. Ryan es conocido por sus propuestas muy ortodoxas en materia fiscal y de programas sociales. Su candidatura sin lugar a dudas entusiasmará a la base conservadora del Partido Republicano pero puede alejar los votantes más moderados.

Por eso en la Casa Blanca se sienten confiados con el nuevo escenario planteado, porque entienden que pueden prevalecer a la hora de discutir las distintas visiones sobre el futuro del país. De todas maneras, en la campaña comenzarán a discutirse políticas concretas lo cual significará un avance frente al anodino tono que tenía hasta ahora. Como siempre, el resto del mundo seguirá con atención este proceso electoral. Pero en tiempos de paz y cuando la participación de Estados Unidos en el PIB global es menor que antes, el resultado de las elecciones de noviembre tampoco tendrá un impacto significativo en el resto de los países.

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