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Sigue la apuesta por el consumo

Un motor clave.

04 julio de 2012

Néstor y Cristina Kirchner siempre se preocuparon por interpretar adecuadamente la forma en la que interactuaban las variables políticas y económicas. Por eso apuntaron a incrementar la capacidad de consumo de la población sabiendo que era el factor clave para crear un clima social que fuese favorable al Gobierno. Así la variable consumo se expandió durante los últimos años a tasas altas, lo cual se tradujo en votos para el oficialismo.

Ante ese resultado, hubo poca predisposición a escuchar a aquellos economistas que criticaban a un modelo demasiado volcado al consumo y poco a la inversión, lo cual tiende a acelerar la tasa de inflación y comprometer el crecimiento futuro. Pero el Gobierno tal vez deba enfrentar ahora un problema político si la capacidad de consumo de la población se resiente o se expande a tasas menores que la de los años recientes. Los aumentos salariales ya no superarán la tasa de inflación como en los dos últimos años sino que se moverán en niveles similares o, en algunos casos, inferiores. También habrá una reducción en la cantidad de horas trabajadas por lo cual la masa salarial tenderá a estancarse o disminuir, como señala la consultora Ecolatina en su último informe. A su vez, la eventual extensión de la suba de tarifas a otros servicios y zonas, sumada a la suba de impuestos en casi todas las jurisdicciones, les restará capacidad de compra a amplios sectores sociales más allá de que siga habiendo abundante financiamiento disponible para el consumo.

Precisamente el temor a un enfriamiento del consumo fue lo que llevó al Gobierno a postergar la suba generalizada de tarifas que comenzó a ponerse en marcha a fines del año pasado. A su vez, el menor optimismo que hay sobre el rumbo de la economía en los próximos meses puede llevar a conductas más cautelosas por parte de los consumidores. Todos estos son factores contractivos. Frente a ellos, sólo aparece como un factor expansivo la ausencia de alternativas de inversión para los sectores medios.

Como está vedada la compra de dólares y las tasas de interés sólo cubren la mitad de la inflación, se vuelcan recursos a la compra de distintos bienes para preservar el valor de los ahorros. El mercado de autos es una buena prueba de ello. También en el Gobierno apuestan a que la desaceleración del consumo registrada en los primeros cinco meses del año fue un hecho momentáneo que empezará a revertirse a medida que los trabajadores comiencen a recibir los aumentos recientemente acordados en las convenciones colectivas.

Según la CAME, en el período enero/ mayo de 2012 el consumo descendió 0,9% con relación a los mismos meses del año pasado. Pero las voces críticas apuntan a que la economía argentina marcha rumbo a un ajuste y que en ese contexto es impensable una expansión del consumo. Más aún, destacan que ese ajuste ya está en marcha como lo demuestran los aumentos de impuestos en varias provincias, el mantenimiento del mínimo no imponible para el pago de Ganancias, las restricciones a las importaciones y la postergación de muchas obras públicas.

El problema que advierten economistas como José María Fanelli es que este tipo de medidas, si no están enmarcadas en un programa antiinflacionario integral, pueden producir todos los efectos negativos de las medidas de ajuste sin ninguno de sus beneficios. Estos suelen ser el descenso de la tasa de inflación y una mejora en la competitividad del sector exportador. Sostener el consumo en un contexto en el cual la elevada tasa de inflación marca límites para una estrategia expansiva constituye un desafío para el Gobierno porque se trata de un dato clave para conservar el respaldo popular. Y por eso siempre parece dispuesto a tolerar ciertas distorsiones en la estructura de precios relativos con tal de asegurar ese objetivo.

(De la edición impresa)

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