Además de las elecciones de Francia, el domingo hubo elecciones legislativas en Grecia. Primero, con 18,85% de los votos, salió Nueva Democracia, la coalición de centro derecha y uno de los dos partidos históricos del bipartidismo heleno. Segundo, con 16,7%, salió Syriza, que fue la gran sorpresa: con una impronta de izquierda y un rechazo a las políticas de austeridad de los últimos años. En tercer lugar terminó Pasok, el otro partido histórico, y que gobernó en país en los últimos años, hasta la dimisión de Giorgos Papandreu, que culminó con el “interinato” del técnico Lucas Papademos. En cuarta posición, Anexarititoi (10,6%) y en quinta, KKE, con 8,4%. Ambos, en contra del actual rumbo económico.
Con este cuadro de fragmentación, Antonis Samaras, de Nueva Democracia, no pudo formar un Gobierno de coalición. Es decir, no consiguió el apoyo de las otras bancadas a su plan de Gobierno. Es entendible: el país está en recesión hace 5 años y no hay señales de recuperación.
Qué pasara de aquí en más es la pregunta del millón. Los analistas creen que habrá una parálisis política y no se descarta un abandono de Grecia de la Unión Monetaria. El manual indica que, ante la incapacidad de Samaras de formar una coalición, la oportunidad será se Syriza. Si logra formar un Gobierno, es de esperar que vuelva a surgir el riesgo financiero en la eurozona y, si se consuma el abandono de Grecia de la eurozona, las consencuencias son difíciles de pronosticar.
No es de extrañar que los mercados globales hayan estado, en su mayoría, en rojo en la primera rueda de una semana que comenzó con todo.
