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"La situación de Europa no es sostenible"

Entrevista a Mario Blejer.

13 abril de 2012

En diálogo con El Economista desde Italia, el prestigioso economista Mario Blejer ofreció sus opiniones sobre la economía global y de cómo impactan sobre la Argentina. Ocupó cargos de relevancia en el FMI, el Banco de Inglaterra y en el Banco Central de la República Argentina, del que fue presidente durante pocos meses en 2002.

Christine Lagarde, directora gerente del FMI, dijo hace pocos días que “la economía global está más lejos del abismo que hace tres meses”. ¿Coincide con el diagnóstico?

Yo no comparto del todo esas apreciaciones. Por otra parte, Lagarde ha dicho que esta parte de la crisis es más difícil que las anteriores, por lo que son bastante confusas sus percepciones sobre la situación general. Lo que sí ha habido es un alivio, al menos hasta ahora, en la situación internacional teniendo en cuenta que habíamos llegado a un pico de tensión alrededor de octubre de 2011. Desde entonces, se disipó la sensación de que íbamos a tener una crisis abierta y desatada. La situación actual sigue siendo de alto riesgo, pero ha caído la probabilidad de una gran recesión y de una corrida bancaria o financiera. La clave del alivio de los últimos meses se debe a las operaciones del Banco Central Europeo (BCE) en las que se le ofreció a los bancos redescuentos ilimitados a 1% con garantías bastante laxas. Con esta operación (Long Term Refinancing Operation o LTRO, en inglés), que tuvo dos fases, una en diciembre y otra en enero, se le dio a los bancos la posibilidad de conseguir financiamiento muy barato y abundante. Esto fue fundamental para generar el alivio. ¿Por qué? Porque los bancos salieron a comprar bonos soberanos y porque se esperaba, aún no ocurrió, que el aumento de liquidez termine redundando en un mayor nivel de crédito que ayude a crecer a las economías. Pero parecería que esa tendencia al alivio se habría cortado en las últimas dos semanas por el caso español, que está en la frontera entre los que están camino a una cesación de pagos o un default y los que tienen posibilidades de recuperarse. El caso español comenzó a recalentarse con el Presupuesto 2012, presentado recientemente. Como la inundación de liquidez no ha resuelto el problema de fondo, está volviendo el riesgo. El VIX, por ejemplo, que mide la percepción de riesgo en el mercado, está en el máximo nivel de marzo del año pasado. Pero esta es una tendencia de las últimas dos semanas y aún debemos ver si se va a calmar sólo o si será necesario un mayor activismo del BCE.

¿La crisis de deuda europea está solucionada o contenida temporalmente por las políticas de liquidez del BCE?

Yo diría que está contenida. Lo que sí está claro es que no se han resuelto los problemas básicos. La estrategia que se adoptó para alejar la cesación de pagos es muy al estilo de lo que nosotros llamamos las “viejas recetas del FMI”, es decir, ajustes macroeconómicos, sobre todo fiscales, extremadamente recesivos. Lo que ocurre, entonces, es que la deuda, como porcentaje del PIB, en lugar de caer, sube. Los países que tenían problemas de deuda ahora también tienen problemas de crecimiento. Grecia tiene un desempleo de 20%, una cifra extremadamente alta y España, de 50% entre los jóvenes. Esto no es sostenible. Por eso creo que la crisis solamente está contenida: los problemas centrales no se han resuelto.

Pero más allá de la severidad del ajuste, ningún país de la Unión Monetaria parece querer salir. ¿Por qué?

Se ha creado la sensación de que un default y la salida del euro son equivalentes, y no es cierto. No hay ninguna reglamentación de la Unión Europea (UE) sobre cómo se hace para salir del euro o sobre cuáles son los problemas que pueden tener los países para que los puedan echar. No hay mecanismos de expulsión. El problema de la deuda en Grecia sigue existiendo a pesar del default que, si bien lo catalogan de voluntario, no lo fue, y no ha habido ningún movimiento para sacar a Grecia del euro. Por motivos políticos, internos o de lo que fuere, los gobiernos europeos piensan que cualquier esfuerzo es válido mientras se pueda pagar la deuda. Pero las deudas de estos niveles generalmente no se pueden pagar. Ya sea por una reestructuración, un default por inflación o lo que fuere, éstas deudas no se terminan pagando del todo. Mientras tanto, creo que ajuste recesivo va a crear un problema sociopolítico bastante grave en Europa.

La economía de EE.UU. se distanció cada vez más de la trayectoria de Europa en el último año. La recuperación no es muy entusiasmante, pero sigue avanzando. ¿Coincide con esa apreciación del estado de la principal economía del mundo?

Sí, coincido tanto con el hecho de que hay un distanciamiento con Europa y de que EE.UU. está en un proceso de recuperación. Eso sí, mediocre. Y esta recuperación también contribuyó a aliviar los riesgos que había en el mundo hacia finales de 2011. Hay una sensación de que EE.UU. está solucionando su situación. La recuperación es clara y no hay double dip en el horizonte. Lo que ocurre en el mercado laboral es un síntoma. La tasa de desempleo bajó a 8,2%, aunque hay mucha gente que dejó de buscar trabajo y eso ayuda a bajar la cifra. Es importante que el crecimiento de la economía haya comenzado a transmitirse al mercado laboral. Si bien no hay demasiado crédito, las ganancias de las empresas son altas y muchas de ellas tienen sus propios fondos que, en términos históricos, están en niveles altos. La confianza de los consumidores se ha recuperado luego de la caída drástica que hubo a mediados del año pasado cuando el Congreso tuvo esa tensa discusión sobre el techo de la deuda. Las ventas minoristas, que son cruciales para EE.UU., también han subido. Por eso, creo que el crecimiento de este año será de 2,5%. No es una cifra fabulosa, pero es una cifra respetable para un país inmenso como EE.UU. Es decir, el escenario base es positivo.

O sea que no hay riesgos a la recuperación.

Sí, pero vienen de la política y del mundo. Una confrontación con Irán podría hacer subir el precio del petróleo, lo que impactaría en el crecimiento. Otro riesgo es que en las elecciones de noviembre haya un Gobierno paralizado, es decir, que Barack Obama gane pero que no tenga mayoría legislativa. En ese contexto, el Congreso le pondría muchas restricciones a los estímulos que intente instrumentar. También la situación europea, en caso de empeorar, podría impactar. El sector financiero estadounidense no está aislado del europeo. Hay muchos gráficos que muestran que los bancos americanos son muy sensitivos a lo que ocurre en Europa.

En China, el gran motor emergente, la duda es si el aterrizaje del nivel de actividad será suave o brusco. ¿Qué piensa usted?

Mi sensación es que el aterrizaje será suave. Como la mayoría de los países emergentes, China quiere evitar el surgimiento de burbujas, como las que causaron la crisis en los países desarrollados. Cuando comenzaron las presiones inflacionarias y el recalentamiento de la demanda por el rápido crecimiento, todos buscaron la manera de crecer menos, pero de forma más ordenada y balanceada. Y, sobre todo, tener más control sobre las variables macroeconómicas, algo que no siempre es fácil de hacer. Si se crece demasiado rápido, las variables son más difíciles de coordinar. El caso de Brasil también es paradigmático: primero subieron las tasas de interés para controlar la inflación y ahora las están bajando para contrarrestar la caída del crecimiento. Creo que China pasará de crecer 9,5-10% a 7,5%, o un poco más, que está muy lejos de ser una situación desastrosa. Un aterrizaje suave es el escenario base.

¿Y cómo puede impactar el novedoso surgimiento del “riesgo político” que ha surgido en las últimas semanas a causa del recambio de autoridades que se hará este año?

Lo novedoso no son las diferencias políticas, sino el hecho de que las ventilen en público. Es bastante sorprendente y difícil de determinar hasta dónde llegará. Si China quiere pasar de un modelo traccionado por el sector externo a uno impulsado por la demanda interna, la incertidumbre política no va a ayudar en ese sentido. Trabajé varios años en China y sé que para los chinos la inestabilidad política es una preocupación importante que está grabada en su memoria, como la cuestión inflacionaria para los argentinos. Es un factor de riesgo.

¿Cómo influyen estos factores y otros, como Brasil y los precios de las materias primas, sobre la Argentina? ¿Constituyen un “viento de frente” o, simplemente, un “viento de cola más moderado”?

Brasil es más importante para la Argentina que China. De hecho, en varios mercados los chinos son competidores nuestros más que consumidores. Brasil, tratando de contener los desbordes inflacionarios, se desaceleró mucho. Se les fue la mano, como atestigua el gran parate del año pasado. Creo que este año va a crecer mejor, cerca del 3% o más, y de manera más estable. Será, como en el caso de EE.UU., un crecimiento sostenido pero mediocre. No han logrado aún controlar la entrada de capitales, lo que llevó a una pérdida de competitividad del real. Si bien el real paso de U$S 1,70 a U$S 1,80, sigue estando por debajo de U$S 2. Para la Argentina, esa pérdida de competitividad es una ganancia. La fortaleza del real y la recuperación del crecimiento en Brasil son dos factores fundamentales. El precio de las commodities que exportamos siguen altos, y lo seguirán estando por bastante tiempo; la desaceleración de China será suave; es escasa la probabilidad de una recesión en EE.UU. y la exposición de la Argentina a Europa no es tan grande. Es una combinación positiva. Creo que el viento de cola sigue siendo importante. Eso sí, el clima internacional está más adverso al riesgo, como decía antes.

¿Este mejoramiento del contexto internacional puede ser lo que explica el menor interés del Gobierno Nacional en instrumentar el ajuste que había iniciado con decisión tras las elecciones de octubre, especialmente en el terreno fiscal?

La gran virtud que ha tenido este modelo, o como quiera llamarlo, es haber podido mantener los equilibrios. De una forma u otra, se mantuvieron los equilibrios fiscales y externos. Eso fue lo que permitió el crecimiento acelerado. Sin embargo, el ahorro fiscal y el sector externo superavitario se fueron debilitando en los últimos años. Es fundamental aprovechar el clima externo para recomponerlos. No creo que se haya desechado la decisión de bajar los subsidios. Sí creo que hay una discusión en el Gobierno sobre cómo y cuándo hacerlo.

Esta semana, en la reunión bilateral que mantuvo con Obama, Dilma Rousseff volvió a criticar la política monetaria de los países ricos por causar una apreciación de las monedas emergentes. ¿Qué piensa de esa crítica? Hay quienes critican a Rousseff porque dicen que si la Fed no hubiera actuado, la recesión 2008-2009 hubiera sido mucho peor, lo que hubiera sido aún más adverso para Brasil. ¿Qué piensa de ambas posturas?

Creo que las dos cosas son ciertas. Es justo lo que dice Rousseff, más allá de que está claro que la situación hubiera sido peor si la Fed ni el BCE no actuaban. La crisis hubiera sido mucho más seria. Pero también es cierto que la política monetaria tiene daños colaterales, entre ellos, la apreciación de la moneda brasileña. En Brasil han tenido que limitar la entrada de capitales por todos lados, lo cual es poco eficiente. La política monetaria mundial en este momento está creando presiones proteccionistas y de controles de capital en muchos lugares. Está claro que un real por debajo de los U$S 2 afecta la competitividad brasileña, pero Brasil tampoco tiene muchas alternativas. Puede comprar todos los dólares que entran, lo que crearía una gran inflación o dejar que el mercado regule el tipo de cambio y queda librado a tener un problema serio de competitividad. No es una situación fácil.

(De la edición impresa)

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