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La Argentina-Chile

¿Cómo está el vínculo?

10 abril de 2012

L a reciente visita de Estado de CFK a Chile invita a analizar la salud del vínculo bilateral con el país vecino. Con ningún otro vecino la Argentina tuvo una relación tan turbulenta a lo largo del Siglo XX como con Chile. Recién en la década del '80 la situación comenzó a revertirse y comenzó el proceso de integración que, desde entonces, se ha profundizado, y todo indica que lo seguirá haciendo. La Argentina y Chile son más que vecinos: tienen una frontera común de más de 5.000 kilómetros, una de las más largas del mundo. La Argentina y Chile están “condenados” a integrarse. Por ejemplo, en poco tiempo comenzará a operar Pascua Lama, el primer megayacimiento minero binacional del mundo.

Uno de los grandes desafíos para los próximos años será profundizar la integración física. Un corredor bioceánico entre la Argentina y Chile para el transporte de bienes y personas podría operar como una especia de Canal de Panamá del Cono Sur. Como dijo Cristina Kirchner durante su visita eso permitirá “dejar atrás el viejo paradigma de la Argentina en el Atlántico y Chile en el Pacifico”. En concreto, para el país significaría la oportunidad de ganar competitividad, vía menores costos de transporte, a la región que es y seguirá siendo la más dinámica en términos económicos del Siglo XXI: Asia-Pacífico. La declaración conjunta firmada por Kirchner y su par chileno, Sebastián Piñera, dice que “ambos pusieron de manifiesto su reiterado compromiso de intensificar y desarrollar los vínculos de integración y cooperación, especialmente en materia de conectividad física y facilitación fronteriza”.

Como puntos destacados figuran el apoyo a los proyectos del Túnel Internacional Paso de Agua Negra y al Ferrocarril Trasandino Central, así como al mejoramiento de pasos ya existentes como el Cristo Redentor y la finalización de otros, como el Paso Pehuenche. La voluntad política está. En los próximos años se sabrá si también está la capacidad de llevarlas a la práctica.

Además de ser hitos simbólicos, esto permitiría potenciar el comercio entre ambos países, que el año pasado marcó un nuevo récord al acercarse a los U$S 6.000 millones. Desde esa óptica, Chile es un mercado más que importante para la Argentina. En 2011, el país le exportó U$S 4.748 millones. Fue el tercer destino de exportación, sólo superado por Brasil y China. Más importante aún es el signo positivo de ese saldo: como le importa poco, la Argentina logró un superávit de U$S 3.656 millones en 2011. Con ningún otro país la Argentina tiene un balance comercial tan favorable. Es decir, aproximadamente 35% del superávit comercial total logrado el año pasado se explica por el comercio con Chile. No es un dato menor, en un contexto en el cual el superávit comercial tiende a disminuir. Para Chile, en cambio, la Argentina no es un destino relevante para sus exportaciones, aunque es su principal destino de inversiones extranjeras. Ese menor interés por la cuestión económica, se compensa con el deseo de Chile de tener una buena relación política con la región, máxime considerando su difícil relación con Perú y Bolivia. Está claro que, en muchos sentidos, Chile mira al Pacífico pero la relación con el Cono Sur sigue siendo muy importante.

“La relación bilateral es muy buena en todos planos, pero particularmente en el político y militar”, le dijo a el estadista Jorge Battagliano, especialista en política latinoamericana. “Ambos países han formado recientemente una fuerza militar conjunta y combinada, la Fuerza de Paz Combinada Cruz del Sur, para participar en misiones de paz. Se trata de la primera fuerza de este tipo que se organiza en Latinoamérica y es comandada alternativamente por un oficial argentino y otro chileno. Esto revela un grado de confianza mutua bastante alto, sobre todo si se contempla el hecho de que ambos países estuvieron al borde de la guerra en 1978”, añade.

La tendencia a la integración y la cooperación se ha mantenido en los últimos años, aún cuando ambos países tuvieron sus conflictos, como la crisis del gas de 2004, el caso Apablaza o, más recientemente, las tensiones generadas por el control argentino a las importaciones, aunque Chile no suscribió la denuncia radicada ante la OMC.

Densidad

La densidad del vínculo entre Chile y la Argentina ha crecido en los últimos años y, por eso, la investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) Myriam Colacrai divide la integración en tres planos distintos.

“Para analizar la relación he planteado una metodología de círculos concéntricos a los diversos actores que desarrollan acciones en el amplio campo de la política exterior”, explica. El primero es el de la diplomacia tradicional, que es llevada a cabo por quienes actúan en nombre del Estado y son considerados los canales naturales de vinculación externa. El segundo círculo, el más complejo, lo componen la integración subnacional y la paradiplomática, que protagonizan los gobiernos locales (provincias en el caso argentino y regiones, en el chileno) y también las autoridades ministeriales, los legisladores nacionales y actores del ámbito de la cultura, la educación y las ciencias de ambos países. Las provincias más activas han sido aquellas que comparten frontera con Chile, como Mendoza y San Juan, pero no han sido las únicas. En este círculo, los Comités de Intregración (antes llamdos Comités de Frontera) juegan un rol estelar. El tercero, por último, es “el más novedoso y, a la vez, el más importante en la relación argentino-chilena”, dice Colacrai, y lo describe como el “espacio construido por la clase política, o parte de ella”. Este último círculo, menos institucionalizado y más informal, ha sido importante en momentos de tensión como la crisis del gas y en otros momentos problemáticos. En momentos en que el primer círculo sufre cortocircuitos, este surge como apoyo.

Entre los avances más recientes pueden destacarse la reunión parlamentaria conjunta en Buenos Aires a fines de abril de 2011, la reunión de gobernadores con el Presidente de Chile en mayo de 2011 y, en aplicación de los preceptos del Tratado de Maipú, lo que acaba de firmarse en la visita de la Presidenta argentina. “Se trata de un Protocolo complementario del Tratado de Maipú, que establece una reunión bilateral entre gobernadores argentinos e intendentes chilenos para impulsar la integración. De esa manera, las reuniones de parlamentarios en la Comisión Conjunta y la ahora institucionalizada reunión de gobernadores de manera periódica como parte de la relación institucionalizada debe ser valorada y reconocida como una de las innovaciones para toda la política exterior de la Argentina y de Chile porque están acercando las decisiones a los ciudadanos”, resume Colacrai.

Este año se realizarán en la Argentina la IV Reunión Binacional de Ministros y la II Reunión Binacional de Gobernadores argentinos e Intendentes chilenos.

Malvinas

El apoyo de Chile a la demanda argentina sobre Malvinas es un síntoma paradigmático de la relación bilateral. “Chile es una país con importantes lazos políticos y económicos con Gran Bretaña. Por este motivo, el apoyo a la Argentina es especialmente relevante. Se trata de un respaldo que incluso ha sido reafirmado por Sebastián Piñera frente a representantes enviados especialmente por el Gobierno inglés”, sostiene Battagliano.

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