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El Mercsour es de chicle

Disconformidad en los socios menores.

15 marzo de 2012

(Artículo de opinión del politólogo Andrés Malamud, especialista en integración)

El título de la nota pertenece a Pepe Mujica, el presidente uruguayo. No queda claro si hace alusión a la flexibilidad del bloque o al hecho de que, habiendo perdido el sabor, hay que escupirlo. Literalmente, sus declaraciones fueron éstas: “Desde el punto de vista formal, no existe el Mercosur. Desde el punto de vista real existe, pero desde el punto de vista jurídico está todo hecho un chicle”. Y agregó: “Nosotros vamos a ir, vamos a hacer acuerdos con el país que se descuida y, cuando vengan a reclamar, vamos a decirles que no se pueden asustar con eso. Va una cosa por la otra”. En otras palabras, Uruguay está maduro para negociar acuerdos de libre comercio con quien sea y dar al traste con el arancel externo común y las demás ficciones del Mercosur.

Mujica no habla sólo por él. La semana pasada, la Universidad de Salamanca organizó un curso de formación para ochenta estudiantes uruguayos de relaciones internacionales. Durante una semana, diez profesores de varias universidades iberoamericanas dictaron conferencias para los jóvenes orientales que viajaron a España especialmente para la ocasión. Lo más interesante, sin embargo, surgió en el foro de debate: presentados con opciones opuestas de política exterior, los estudiantes debían organizarse en grupos que sustentaran las dos posiciones que, finalmente, eran puestas a votación.

En este ámbito informado y politizado, sorprendió a los mismos profesores uruguayos que la firma de acuerdos comerciales por fuera del Mercosur apabullara en votos a la organicidad del bloque. Un poco menos llamó la atención el apoyo masivo a la instalación de las papeleras sobre el río Uruguay, incluso después de observar un video de Eduardo Galeano en el que se oponía.

El hastío con los vecinos no flota en el aire: ya adquirió consistencia sólida y va más allá de las ideologías. El Mercosur fue establecido hace veinte años por neoliberales y es defendido hoy por progresistas. Las firmas fundacionales incluyeron a Carlos Menem, Fernando Collor de Melo, Luis Alberto Lacalle y Andrés Rodríguez: el más izquierdista de todos era, probablemente, el argentino.

Y sin embargo, un instrumento creado para liberalizar el comercio y consolidar las reformas domésticas se transformó en una bandera ideológica de los sectores nacional-desarrollistas, hasta el extremo de tornarse hoy antiestadounidense y, por muy poco, bolivariano. Un ejercicio cotidiano ayuda a entender el estado del bloque. Léase, cualquier día, la tapa de los diarios de los socios menores.

El 2 de marzo, por ejemplo, el uruguayo El País titulaba: “Se derrumbó el comercio con Argentina. Trabas: Cae 57,4% en relación con enero pasado y 46,4% si se compara con febrero de 2011”. El mismo día, el paraguayo La Nación encabezaba: “Ante trabas, plantean que el país salga del Mercosur. Kirchner anunció ayer que continuará con las medidas 'agresivas'. Líder de confeccionistas acusa a países vecinos de una 'guerra de la doble alianza'”.

Por supuesto, nada de esto tiene la sonoridad del inefable González Núñez, presidente de la delegación paraguaya en el Parlamento del Mercosur: “La acción perturbada de las inquilinas de la Casa Rosada y el Palacio del Planalto que con sus enfoques morbosamente individualistas se ganan la repulsa de la comunidad económica mundial, peligrosamente nos expone a resignar fatalmente un acceso decoroso a las plazas europeas”. Y continúa: “Seguir en el Mercosur en estas condiciones es atentar contra los reales intereses del Paraguay, la retaliación no basta, exijamos una integración más flexible, que nos permita negociar con el mundo en otras condiciones”.

En otras palabras, el chicle. Mientras esto se dice, representantes de Estados Unidos preparan una reunión en Montevideo con autoridades uruguayas para profundizar las relaciones comerciales. Aunque en principio se trataría de la ampliación del Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA), el escenario incluye la posibilidad de revivir el frustrado tratado de libre comercio entre los dos países. Al mismo tiempo, cada miembro está preparando un listado de cien productos a los cuales se les subirá la alícuota de importación por encima del Arancel Externo Común.

La integración latinoamericana avanza: el Mercosur se parece cada vez más a la Comunidad Andina, en la que cada cual atiende su juego, establece las reglas aduaneras que le parecen y firma acuerdos con quien se le antoja. ¿Habrá llegado la hora de escupir?

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