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¿La micro al servicio de la macro?

08 marzo de 2012

En la década del noventa se recurrió a la macro para impulsar temas de la micro. Hoy es al revés. La intervención del Gobierno en la política de transporte y de energía es consecuencia de los desequilibrios macroeconómicos. El anuncio de aumento de las tarifas del transporte surge como necesidad de recomponer la caja fiscal. Y el emplazamiento a las empresas petroleras a aumentar la producción 15% en los próximos años ?según un documento de la Organización Federal de los Estados Productores de Hidrocarburos? busca compensar el aumento de las importaciones de gas en los últimos años.

Los '90

En la década del noventa el régimen macroeconómico disciplinó a la microeconomía. Bajo el paraguas de un esquema monetario y fiscal se llevaron a cabo una serie de reformas en distintos sectores que se guiaron bajo los preceptos de la apertura y la desregulación. La introducción de una mayor competencia, en un contexto macroeconómico de estabilidad de precios y un tipo de cambio apreciado, atrajo capitales para invertir en la microeconomía argentina. De ese modo muchos economistas creen que el régimen macroeconómico de los noventa permitió una revolución en la micro que permitió aumentar la capacidad de la infraestructura. Caminos, puertos, energía, comunicaciones, fueron algunos de los sectores más dinámicos y que más inversiones hicieron.

Sin embargo, aquella receta probó ser errónea, según comenta José María Fanelli en un reciente artículo en el sitio Red Mercosur. “Según esa visión, si la microeconomía estaba bien, entonces naturalmente la macro estaría bien. Sólo había que hacer reformas estructurales promercado y asegurarse que se respetaran los contratos. Que el Estado y las provincias se estuviesen sobreendeudando y que el dólar fijo estuviera minando la competitividad y aumentando el déficit de cuenta corriente, sólo era importante para macroeconomistas adictos a los diagnósticos alarmistas”.

Al revés

Hoy se da la situación inversa: se piensa que porque a la macro le va bien entonces a los sectores micro les debe ir igual. Incluso, el Gobierno recurre a la micro para amortiguar el deterioro en los pilares macroeconómicos. Sin embargo, hay quienes advierten sobre las consecuencias negativas de este enfoque: asumir que si se hacen desaparecer los síntomas de desequilibrio macro reprimiendo importaciones, mostrando una inflación por debajo de la verdadera y poniendo trabas para la comprar divisas, entre otras, la micro funcionará igual y de paso se eliminarán los cuellos de botella en la macroeconomía.

Para Fanelli la estrategia actual del Gobierno tiene dos notorias debilidades. La primera es que las iniciativas que se están tomando actúan sin que quede claro cuál es la estrategia para proteger el crecimiento económico ante los shocks negativos que están profundizando los desequilibrios que ya existían. La segunda es que las medidas a las que se recurre para atacar los desequilibrios tienen un gran costo microeconómico. “Medidas como la represión de la compra de dólares, sea para conformar el portafolio o para importar arreglan la macro al costo de desarreglar la microeconomía. Se deben evaluar estas dos debilidades con algo más de detalle”.

Incertidumbre

En 2009 la economía entró en recesión pero el Gobierno contaba con el margen de maniobra que le otorgaban los recursos de los superávit fiscal y comercial (además de las reservas). Si bien nadie anticipa una contracción de la economía como la de tres años atrás, también es cierto que hoy las cuentas fiscales y externas muestran menos holgura que antes. Tal vez por eso el Gobierno vuelva a recurrir a las reservas para cumplir con sus obligaciones. Para Fanelli la intervención sobre la micro genera una incertidumbre que aún no se ha disipado.

“Cuando no se pueden contestar preguntas simples como: ¿cuánto y cuándo podré importar los insumos que necesito? O ¿cuáles son las opciones que tendré para guardar mis ahorros? O ¿cuánto aumentará la luz, el gas y mi salario?, la incertidumbre que naturalmente rodea a cualquier decisión se potencia. Y cuando esto ocurre, la reacción típica es posponer decisiones de producción y de inversión, así como acortar la duración de los contratos”.

(De la edición impresa)

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