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Del canje al crecimiento

Panorama europeo.

20 marzo de 2012

(Columna de opinión del economista Iván Baumann Fonay)

Finalmente y tras meses de idas y vueltas, se concretó el canje de la deuda de Grecia. Resultó ser la mayor reestructuración de deuda privada de la Historia, con una participación relativamente alta. El hecho destrabó el paquete de ayuda europeo, y el FMI también aprobó su desembolso por U$S 36.000 M. La buena noticia del canje (que aún sigue abierto para los tenedores de bonos con ley extranjera) es, sin embargo, que permitirá a Europa concentrarse en el verdadero problema: cómo lograr reducir el desempleo y retomar el crecimiento.

La actividad económica de la eurozona se contrajo en el último trimestre de 2011, y dado que lo más probable es que vuelva a caer este trimestre, técnicamente ya habría entrado en recesión. El panorama mejoraría en el segundo semestre, principalmente gracias a la estabilidad financiera que trajeron los préstamos de largo plazo del Banco Central Europeo (BCE), aunque no podrán evitar que 2012 termine con números rojos en materia de crecimiento. ¿De qué manera resuelve esto el canje de deuda griego? De ninguna. En todo caso, mejora un poco las expectativas y la confianza, pero no mucho más.

El problema de fondo persiste: la Europa periférica (y, en menor medida, la eurozona, excepto Alemania) debe ganar competitividad. La eurozona como un todo tiene sólo un ligero déficit de cuenta corriente. Sin embargo, este equilibrio es la suma de un superávit alemán que compensa un rojo en buena parte del resto del área común. Para que la periferia de la eurozona pase a ser superavitaria, se necesita una de tres opciones. La primera, que el área como un todo se vuelva más competitiva, para lo cual es indispensable un euro más débil que el actual. La segunda, que la periferia se vuelva más competitiva relativa a Alemania. Esto es bastante más difícil, ya que para ello se necesita que Alemania resigne su superávit. La tercera opción es alguna combinación de las dos anteriores. ¿Es viable que se revierta la balanza dentro de la eurozona? En teoría sí, pero probablemente no. No parece factible que Alemania abandone el superávit que, no sólo le da dinamismo a su sector exportador, sino que también le permitió navegar mejor la crisis que buena parte del mundo desarrollado, a punto tal que hoy tiene el desempleo más bajo de los últimos veinte años.

Del lado del Mediterráneo, la devaluación interna (deflación) siempre resulta ser lenta, por no decir dolorosa. Un euro más débil mejoraría las posibilidades del sector exportador periférico sin comprometer demasiado la situación alemana. Políticamente, sin embargo, enfrenta una oposición: una devaluación podría disparar las expectativas inflacionarias y el BCE hasta ahora ha cuidado celosamente el cumplimiento de su mandato único.

Italia y España

La eurozona probablemente se contraiga 0,4% este año. Dentro de ella, no debería extrañar que los países donde la actividad económica más se retraiga sean justamente aquéllos donde se está aplicando un ajuste fiscal: Grecia (-4,4%), España (-1%), Italia (-1,3%) y Portugal (-3,3%). España e Italia tienen mucho más en común. Para empezar, como dijo recientemente la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ambos países son “fundamentalmente solventes”. Los dos sufrieron durante el año pasado problemas de liquidez, enmarcados en una crisis crediticia en Europa. Una vez que, bajo su nueva conducción, el BCE inyectó un billón de euros a los bancos, los rendimientos de sus bonos bajaron a la par.

Pero, más esencialmente, coinciden en que el diagnóstico que se hace sobre ellos es erróneo. Su problema no es fiscal, sino de crecimiento. El enfoque no debe ser cómo reducir su déficit (España) o su deuda (Italia), sino en cómo lograr que la economía crezca. ¿Por qué es cierto esto y no el diagnóstico que prevalece dentro de la Unión Europea? En primer lugar, los dos países no fueron (tan) fiscalmente irresponsables como sus vecinos en los años anteriores de la crisis. España, en particular, mostró en 2007 superávit fiscal y una deuda de apenas 36% del producto.

Sus déficit actuales no son el resultado de políticas fiscales imprudentes sino de la contracción en la actividad económica. España vio crecer su desempleo del 7,9% en mayo de 2007 al 23,3% en enero pasado. En Italia, la producción industrial ha caído 22% desde su pico; en España, el 25%. Italia, además, ha visto su economía estancada incluso durante los años anteriores a la crisis. Es bastante aceptado que bajo un tipo de cambio fijo el ajuste fiscal es contractivo.

Pero en este caso, además, es un error. En España, el déficit fiscal es en parte el signo del desendeudamiento del sector privado, que había tomado mucho crédito. Es el sector público, entonces, el que debería garantizar un piso para la actividad. Con el problema de la deuda griega relajado, aunque no resuelto, Europa debería buscar medidas para retomar el crecimiento económico. En este sentido, el foco debería estar puesto en mejorar la competitividad de la eurozona periférica, y no tanto en reducir el déficit fiscal.

(De la edición impresa)

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