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GM regresa a la cima del mercado mundial

La vuelta, en silencio, de un gigante.

01 febrero de 2012

Hace apenas tres años, el infierno tan temido parecía haberse instalado en General Motors. Tras una profunda crisis, que obligó al entonces flamante gobierno de Barack Obama a convertir al Estado en socio del tambaleante coloso, la compañía vio derrumbarse su liderazgo mundial, sostenido durante siete décadas, para ser desplazada por la japonesa Toyota. Ahora, las cosas han cambiado, y mucho. Una semana atrás, GM anunció que sus ventas de 2011 habían sumado, en todo el mundo, 9.026.000 vehículos, lo que revela un saludable aumento del 7,6% con respecto a 2010. El segundo lugar en el podio global quedó para la alemana Volkswagen, que despachó 8.156.000 unidades y consiguió un llamativo récord de crecimiento: 14%.

Como para demostrar que en la dinámica industria automotriz ninguna gloria es eterna, Toyota debió conformarse en 2011 con ventas totales que sumaron 7,9 millones de vehículos, lo que revela una caída de 6% frente a las cifras del año anterior y la impulsó al tercer escalón del podio. Claro que en este tropezón intervinieron, más que los vaivenes del mercado, los más imprevisibles caprichos de la naturaleza. El tsunami y los terremotos que en marzo del año pasado devastaron Japón  desquiciaron también la estructura productiva de Toyota que recién en los últimos meses pudo recuperar sus niveles habituales. Esta extraordinaria circunstancia provocó, a su vez, un fenómeno sin precedentes en el agresivo marketing de la industria de  Detroit. En lugar de apelar a los consabidos bombos y platillos para anunciar la reconquista del liderazgo global, GM desplegó un inusitado bajo perfil: el dato se introdujo discretamente en un comunicado en el que se informaba sobre las ventas record de camiones de su marca Chevrolet (que sumaron 4.760.000 unidades en 2011).

“Quiero ganar en el mercado, pero quiero ganarle a una Toyota saludable y vibrante. Este año volveremos a calzarnos los guantes, y estoy seguro de que ellos también”, declaró, en una muestra de espíritu deportivo, el timonel de General Motors, Daniel Akerson. Sus colegas japoneses de Toyota respondieron al desafío con un comunicado en el que anticiparon sus planes de colocar en el mercado 8,48 millones de vehículos durante este año y alcanzar los 9 millones en 2013.

Un largo camino

Mientras tanto, para la vapuleada administración Obama, las noticias sobre el renacimiento de GM no podrían resultar más oportunas en este año electoral. Claro que aún falta bastante para que Washington pueda proclamar el éxito financiero de su operación de rescate de la industria de Detroit, que le demandó un desembolso de U$S 82.000 millones. El Departamento del Tesoro, dueño de algo más de la cuarta parte de las acciones de GM, necesitaría que los papeles de la automotriz lleguen a cotizarse a U$S 54 para recuperar su inversión. Y esa meta todavía parece lejana, a pesar de que las acciones de la automotriz subieron 22% en enero, hasta arañar los U$S 25. La incertidumbre también prevalece en la industria automotriz estadounidense, uno de cuyos legendarios gigantes, Chrysler, cambió de dueño y de nacionalidad hace algo más de una década al ser absorbido por la alemana Daimler-Benz. Según destaca una investigación preparada por la

consultora Autodata para la revista Forbes, en 1998 se vendieron 15,5 millones de vehículos en Estados Unidos, una cifra que se había mantenido relativamente estable durante toda la década anterior. El año pasado, y tras una recuperación notable, las ventas registraron apenas 12,7 millones de unidades.

Y hay un dato todavía más llamativo. En 1998, los tres grandes de Detroit se apropiaban de siete de cada diez dólares generados por el mercado. (GM se alzaba con el 29%, Ford se ubicaba cerca, con casi 25% y Chrysler se adueñaba de un 16%). El año pasado, en cambio, la participación de las terminales norteamericanas en su propio mercado fue de apenas 47%. La solidez de la presencia asiática en las rutas y calles de Estados Unidos es notablemente persistente, a pesar de las tribulaciones de la naturaleza y la economía. En 1998, según el estudio de Autodata, las tres grandes marcas japonesas sumadas apenas participaban con el 20% de la facturación total del sector en el país. El año pasado (tsunami, terremotos e inundaciones mediante) Toyota, Honda

y Nissan arañaron casi 30% del mercado estadounidense.

Encanto europeo

Así como las terminales japonesas padecieron los efectos de los temblores bajo sus propios pies, las europeas se enfrentan a la no menos temible secuela de la crisis económica y financiera que recorre el continente. Por ahora, sin embargo, los pronósticos apuntan a una contracción del mercado automotor relativamente leve para este año: 3%, que se mantendría en línea con la caída del 1% registrada en 2011. Traducidas a volumen, estas cifras indicarían que las ventas oscilarían entre 14 y 15 millones de vehículos en la eurozona. Claro que el panorama se oscurece si se lo mira desde la perspectiva de las ventas medidas en euros. En una región donde las políticas públicas apuntan fuertemente a la preservación de los puestos de trabajo, el sector automotor no ha apelado, como sí ocurrió en Estados Unidos, al cierre masivo de terminales: apenas dos fueron desmanteladas desde el comienzo de la crisis. Lo que sobrevino fue, en cambio, una feroz guerra de precios que mantuvo el volumen de ventas relativamente estable a expensas de grandes brechas en la rentabilidad de las empresas del rubro.

Lo cual, a su vez, puede poner fin a la política de no achicar los planteles de trabajadores. La francesa Peugeot Citroën ya anunció que recortará 6.000 puestos de trabajo y su compatriota Renault se dispone a achicar su catálogo de modelos y racionalizar su red de distribuidores. El nicho de los automóviles de lujo, un tradicional bastión de las marcas europeas, que ni  estadounidenses ni japoneses lograron conquistar a pesar de sus esfuerzos, asoma ahora como un territorio particularmente codiciable, puesto que resiste mejor que otros los embates de las penurias económicas.

En un año tan difícil como el que acaba de concluir, las alemanas Mercedes y BMW sumaron

ventas por algo más de medio millón de unidades en Estados Unidos y dejaron muy atrás a sus

competidores norteamericanos, como Cadillac o Lincoln.

(De la edición impresa)

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