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La recaudación, ¿una luz con menos brillo que antes?

¿Otro "goteo" del modelo?

27 enero de 2012

(Columna de opinión de Maximiliano Castillo Carrillo, director de la consultora ACM)

Sin lugar a dudas, desde la crisis de 2001/2002 la mayor parte de los indicadores económicos y sociales de la Argentina han mostrado un desempeño notable, particularmente hasta 2007.

Quizás, una de las variables que mayor dinamismo y fortaleza ha exhibido, incluso hasta el presente, ha sido la recaudación tributaria, principalmente a nivel nacional. En 2011 los ingresos impositivos nacionales sumaron $ 540.133 millones, lo cual representó un nuevo récord

histórico tomando en cuenta cualquier tipo de medición relativa. Así, la presión tributaria nacional alcanzó el año pasado 30,5%, mientras que medida en dólares la recaudación sumó U$S 130.486 millones. En 2001, la presión tributaria era de 16,9% y en dólares sólo alcanzaba a U$S 45.403 millones. En términos reales (ajustado por el deflactor del PIB) los ingresos impositivos

crecieron 305,7% en el período, a un ritmo promedio anual de 10,7%. Este notable desempeño ubica la presión tributaria consolidada, es decir sumando los impuestos provinciales, en cerca de 36% del PIB, que son niveles récord para la región. Es incluso comparable con países europeos como Alemania cuya presión tributaria se ubica en 37%, aunque lejos de Francia y Suecia, que suman 42% y 46%, respectivamente.

Naturalmente, la evolución observada en los últimos años obedece a diversos factores que fueron apuntalando los ingresos impositivos a lo largo del tiempo. En los primeros años luego de la crisis, por un lado, la recaudación se vio favorecida por la incidencia de los nuevos impuestos a las transacciones financieras (débitos y créditos) y los derechos de exportación que en conjunto hoy representan 5,1% del PIB y 16,7% de los ingresos totales. Además, la impresionante recuperación del nivel de actividad, el empleo formal, el comercio exterior, entre otros factores, también justificó y potenció los ingresos tributarios nacionales. En este contexto, hacia 2007 la presión

tributaria alcanzaba 24,6% del PIB, mientras que medidas en dólares sumó U$S 64.122 millones. Sobre los últimos años, el nuevo impulso real a los ingresos impositivos estuvo mayormente dado por la reforma del régimen previsional que destinó los aportes personales que antes se giraban a las cuentas individuales de capitalización, nuevamente a las arcas del Estado, incrementando la participación de los ingresos de la Seguridad Social, sobre el total de 19% a 25% en un solo año. Adicionalmente, también han sido importantes las mejoras en términos de administración tributaria que permitieron reducir los niveles de evasión. Por ejemplo, el IVA en 2001 recaudaba 5,7% del PIB, mientras que en 2011 sumó 8,7%, aumento que en parte se explica por las mencionadas mejoras de los controles fiscales. De cualquier manera, tampoco hay que perder de vista que esta notable evolución esconde también elementos negativos, como en impuestos

altamente distorsivos y/o de “emergencia”, o la falta de ajuste por inflación en el impuesto a las

ganancias, entre otros elementos.

La dinámica observada en los últimos años también tuvo su correlato durante 2011, aunque las perspectivas de corto plazo, más precisamente para este año, no parecen tan alentadoras. Si bien el 2011 cerró con un buen resultado, exhibiendo un aumento nominal de 31,8% (11,8% en términos reales), esta mejora se explica principalmente por la evolución observada durante los primeros meses del año pasado. De hecho, en los últimos tres meses de 2011 los ingresos comenzaron a mostrar una relativa moderación en su tasa de crecimiento interanual que pasó de 32,5% a 29,9%. Esta desaceleración se complementa con una perspectiva sobre la evolución del nivel de actividad más moderada para los próximos trimestres, en línea también con la performance observada en los últimos meses de acuerdo a diversos indicadores adelantados. También son relativamente moderadas las perspectivas para el crecimiento del empleo formal, en línea con la dinámica observada en los últimos meses y las perspectivas sobre la actividad económica.

Por su parte, tampoco se puede esperar un dinamismo significativo sobre los ingresos al comercio internacional,  que hoy representan 12,7% de los recursos impositivos. Las exportaciones de los principales productos gravados con derechos de exportación probablemente muestren un desempeño mediocre en 2012, habida cuenta de la evolución reciente de los precios de los productos agrícolas, que por el momento dejan un arrastre negativo para este año, en conjunto con el impacto que tendrá la sequía sobre la producción de maíz, pero también de soja. Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta cuál será el efecto definitivo sobre la producción en la ausencia de lluvias, lo cierto es que difícilmente se puedan lograr los niveles de producción observados en la campaña anterior. Adicionalmente, los derechos de importación tampoco mostrarán el dinamismo de otros años, no sólo por la desaceleración esperada de la actividad que naturalmente impactará sobre las compras externas, sino también por las propias medidas del Gobierno en su objetivo de mantener el superávit comercial. Eventualmente, puede que uno de los pocos factores que le otorgue “dinamismo” a los recursos tributarios sean los aumentos de los salarios y de los precios.

De hecho, este factor es el que en los últimos años ha explicado aproximadamente la mitad del aumento nominal de la recaudación. Sin embargo, será difícil mantener el ritmo de expansión observado en los últimos años. De alguna manera, podemos decir que las autoridades también comparten estas perspectivas, elemento que explica las crecientes medidas que se han ido implementando en estos últimos meses para moderar la dinámica del gasto público, como la racionalización de los subsidios. De hecho, el crecimiento del gasto primario en los dos últimos

meses del año pasado promedió sólo 19,5%, mientras que entre enero y octubre el aumento alcanzó a 35,7%. Sintonía fina, ajuste, racionalización, el título es irrelevante ante una restricción que es cada vez más visible.

(De la edición impresa)

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