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La desaceleración de Brasil

Y su impacto en la Argentina.

30 noviembre de 2011

(Columna del economista Juan Pablo Ronderos)

De un tiempo a esta parte se ha estado discutiendo sobre las posibles consecuencias sobre la

economía argentina de una eventual crisis global en los próximos meses, con puntos de vista variados. En nuestra opinión esta discusión es saludable y resulta un ejercicio imprescindible. Ningún “policy maker” puede dejar a un lado el análisis de las posibles consecuencias de un deterioro mayúsculo de la escena global. Pero, al menos por ahora, a pesar del empeoramiento de los últimos meses, nuestro escenario base esperado para 2012 no incluye un contexto internacional similar al de fines de 2008 y principios de 2009.

Fundamentalmente porque, en aquel momento, el apalancamiento en el sistema financiero global y en particular en EE.UU. era tal que puso en riesgo su solvencia, con un costo elevadísimo para alcanzar una solución, que lo tornaba casi inmanejable. Los efectos de ese cimbronazo en el sistema financiero afectaron prácticamente a todos los sectores, impactando de manera directa la marcha de la actividad económica vía destrucción de riqueza, iliquidez y contracción del crédito. En cambio, ahora el problema está centrado en las deudas soberanas de países periféricos de la eurozona e Italia (e incluso las dudas han alcanzado a países centrales como Francia), disponiéndose de más instrumentos y con cifras que lucen más manejables, a pesar de ser montos no despreciables los que están en juego.

La sensación es que la situación se ha deteriorado por la falta de voluntad política en avanzar en un camino que muchos analistas ven como una solución para la crisis. Y que, por ende, existe una salida que finalmente será la elegida un par de pasos antes del abismo. Así, salvo un escenario donde la situación global se salga definitivamente de control (por ejemplo, en el que Europa mantenga indefinidamente su actual postura y siga sin dar una respuesta efectiva a sus problemas), el mundo se encaminaría a un ciclo de crecimiento lento, que podría durar varios años. Sólo las economías emergentes mantendrían el crecimiento global en un terreno moderadamente elevado, pero incluso no podrían esperarse tasas altas en el mediano plazo porque es prácticamente imposible un escenario en que éstas no se vean afectadas por el estancamiento en los países centrales.

Si bien a primera vista este escenario es una relativa buena noticia en términos del futuro próximo de nuestra economía, es este último punto del párrafo anterior un factor muy importante que no debe dejarse afuera del análisis respecto de la  perfomance local esperada para 2012. Fundamentalmente porque dos de los principales motores externos de la economía argentina en los últimos años han sido China y Brasil. Tasas de crecimiento significativamente menores en estos países representarían necesariamente un shock externo negativo, con impacto sobre la marcha de la actividad económica local. En el caso del país asiático, los pronósticos no auguran una desaceleración significativa, con una expansión que se mantendría elevada.

La cuestión no es tan sencilla en el caso de Brasil. La principal economía latinoamericana ha mostrado una importante desaceleración en lo que va de 2011, que se  mantiene en los últimos meses y que no da señales de revertirse. Luego de alcanzar una tasa de expansión de 7,5% en 2010 (el registro más alto desde 1986), el PIB real registró un avance interanual de sólo 3,4% en la primera mitad de este año. Y los datos preliminares disponibles muestran un crecimiento muy débil en los últimos meses, incluso por debajo de esa cifra. Según el IBC-BR, el indicador de actividad mensual elaborado por el Banco Central de Brasil, la variación interanual promedio del tercer trimestre se ubicó en sólo 1,9%. Y los pronósticos para lo que queda del año, pero principalmente para 2012, no son muy auspiciosos. Según la mediana de las estimaciones de mercado relevadas por el BCB, el crecimiento en 2011 se ubicaría en 3,2%, mientras que el año próximo alcanzaría a 3,5%. Y la tendencia en estos pronósticos es claramente a la baja, ya que unos meses atrás estos mismos registros eran de 4% y 4,1%, respectivamente.

Este panorama lejos está de ser trivial para la Argentina. La dependencia de nuestra economía

respecto de Brasil es muy importante, en especial para el sector industrial. El vecino país recibe 20% de las exportaciones totales, cifra que aumenta por encima del 40% en el caso de las Manufacturas de Origen Industrial. Este tipo de exportaciones representa en la actualidad alrededor del 70% del total exportado a este destino, con una tendencia en alza de un tiempo a esta parte (hacia 2006 el peso de las MOI en las ventas a Brasil era de 55%). La correlación entre el crecimiento interanual de la economía brasileña (medido a través del IBC-BR) y las exportaciones

de este tipo se ubica en torno al 80% en estos últimos años, también con una tendencia creciente.

Así, un escenario de menor crecimiento en Brasil, incluso en un marco global en deterioro pero lejos de repetir la crisis global de 2008-09, necesariamente tendrá efectos negativos en la economía argentina. En especial en el sector industrial, muy “atado” a todo cuanto suceda en el país vecino.

(De la edición impresa)

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